¿Viste que lo internaron a Pichito?
Su mueca de bufón estaba enferma,
gastada y sin sonrisas, gris y yerma.
Parecía enjaulado y pajarito.
Cuando lo descubrió la Chinfulesa
sin su cara habitual de circunstancia
llamó tan apurada a la ambulancia
que se le atragantó la milanesa.
Un sombrero de guardia hizo el diagnóstico.
El latir le auscultó del corazón;
le dijo, A ver, ubicuo don Payaso,
sáquese la remera y déme el brazo:
pero Pichito, bien de la presión.
Le dio con su martillo en la rodilla,
palpó la geografía de su panza,
sin olvidar pesarlo en la balanza
y hacer que se acostara en la camilla.
En los oídos le metió un embudo,
y un palito de helado en la garganta.
Le dijo Diga aaaa... y casi se espanta
cuando lo vio al Payaso ya desnudo.
Frunció el ceño el doctor. ¿Usted se inclina
a decir que es lo mío una parálisis?
El médico le dijo, Hágase análisis,
y cualquier cosa, tome una aspirina.
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