Duele hasta la nariz y me perfora,
cortante muela destruyendo encías,
e inspira cierta clase de poesías
su latido de concha de la lora.
Inundando hasta el último rincón
de los cartílagos, de las mucosas,
no me deja pensar en otra cosa.
Fatal y primitiva, esta obsesión.
Escribiría acerca de otros temas,
un cuento policial, haikus, poemas,
una novela tímida o hirsuta.
Pero gana el dolor, y me someto
a sublimar el grito en un soneto
dedicado a la muela hija de puta.
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