Cosmogonía alebrijeza

Los alebrijentzes explican la creación del mundo así:

Antes de que existiera el tiempo aún, existía ya la señorita Habichuela Vork. La castaña pelada1, a diferencia de los dioses comunes, no es inmortal porque no vaya a morir, sino innatal porque no ha nacido nunca.

Podemos apreciar un reflejo proveniente de esta creencia en el alebrijez contemporáneo: en él, el verbo vorko fue adoptado por los más culteranos profesores de matemática para calificar semirrectas que se extienden indefinidamente
hacia el menos infinito.

El canto cosmogónico, escrito en un cuadradito de ermitelio higiénico, prosigue de este modo:

El tiempo comenzó cuando de la enorme boca de la señorita Vork se extendió un cordón, que probablemente vomitó una noche del mes de mociembre, después de haber comido un queso roquefort mal estacionado.

Aquí surgen varios interrogantes:


  1. Si el tiempo comenzó en ese instante, ¿cómo puede Habichuela haber comido roquefort antes?

  2. ¿De qué clase de cordón se trata? Los psicofrutólogos han argumentado que el cordón es nada menos que una alegoría por el cordón umbilical, señalando que Habichuela es madre de todos. Investigaciones más recientes sugieren que se trata
    de un cordón de zapatilla, o acaso del cordón de la vereda [Flirglebinkle, 1995].

  3. Evitaremos el tentador juego de palabras con la expresión 'mal estacionado', que en lengua alebrijeza no da cabida a hesitaciones: se trata de un queso a motor.


El cordón devino entonces en Cordón, y se extendió por el vasto firmamento. Habichuela y el Cordón parieron al payaso Pichito. De Pichito nacieron los gemelos Íteles y Óteles, quienes parieron al Cordón.

Oscuro. Una observación pertinente es que la explicación cosmogónica expuesta en el poema de la creación alebrijez está plagado de non sequiturs. La interpretación más plausible es que varias versiones antitéticas del mito
confluyeran en una síntesis contradictoria. En los siguientes párrafos se expone nuestra tesis sobre la contradicción en el pensamiento oxoriental.

Una vez el Cordón hubo nacido, su padre, que lo mantenía encerrado en una torre de marfil, organizó una competencia para determinar quién se casaría con él. Constaba ésta de dos pruebas, inherentemente paradójicas: el pretendiente debía salvar -y acabar con- la vida del micosín rojizo.

Analistas previos han sugerido que las pruebas 'inherentemente paradójicas' estaban concebidas como imposibles, orientadas a alejar a eventuales pretendientes. Nuestra visión es que la estrofa, en cambio, trasluce un aspecto profundo del raciocinio nonocontinental: la admisión de aquello superficialmente contradictorio, la aceptación de una verdad que trasciende a los sentidos.

Los paleozoólogos han visto en el adjetivo 'rojizo' una prueba irrefutable de la existencia del mítico micosella erythrophtalmus. Cachavsky arguye que el adjetivo debe haber salvado al compositor a la hora de respetar el trímetro [F.E.Cachavsky, op.cit.].

Había un tercer requisito, excluyente: llamarse Óteles. Los únicos postulantes a tal prueba fueron Íteles y Óteles. No podía esperarse mucho más, dado que el planeta recién comenzaba y apenas si había gente. La parte más difícil de
la prueba era que el micosín rojizo no existía tampoco. Como era de esperarse, Íteles resultó ganador de la competencia. Íteles y Óteles fundaron así el asentamiento
conocido ahora como República Taciturna de Alebrijentz.


¿El Cordón se refiere acaso a la mítica tanza violeta con que Ernestino rodea las Repúblicas Taciturnas?

Una vez se encontró fundada la República, los husos giraron guiando al Cordón, y le fue vaticinado que su propio bisnieto acabaría con su vida. El Cordón, padre de Pichito e hijo de los gemelos, no tardó en deducir que él era su propio bisabuelo -y su propio bisnieto-. Aterrado por la posibilidad de verse derrotado por sí mismo, pretendió estrangular a sus descendientes (es decir, a sus
antecesores) más próximos. El episodio concluyó bastante mal, y el Cordón hubo de verse dividido por las hojas de una tijera manejada por el payaso.


La estrofa es una adaptación en lengua alebrijeza de la estrofa VI de la poetisa Bí Á, oriunda de la isla de Mnanmaskypsazanthaeia. El compositor no parece haber añadido
nada al poema, que ya se encontraba escrito en lengua alebrijeza. Acaso sea la mismísima Bí Á la autora del canto épico, escrito trece siglos antes de su nacimiento.

Se ha observado que, por ser el Cordón su propio bisabuelo, también es el bisabuelo de su bisabuelo, y el bisabuelo del bisabuelo de su bisabuelo. Inicialmente los juristas coincidieron en que éste fue el primer parricidio de orden enésima, con ene tendiendo a infinito. Posteriormente, el Tribunal de Injusticia se vio escindido entre quienes seguían defendiendo esta postura y aquellos que consideraban que se trataba en realidad de un filicidio a la enésima.

Después de enfrentar a su padre y a su nieto, el payaso Pichito se convirtió en un ser ubicuo, que tuvo que ver en todos y cada uno de los acontecimientos de su tiempo. Lo primero que hizo fue crear a los edacvalinos con los retazos del Cordón inerte. En ese entonces, todavía era ciego y sordo. El muy ermitaño vivía solo en una isla. Enviaba cartas a todos los contactos de los que disponía, y haciendo uso de su convincente oratoria -escritoria, valga decir-
conseguía torcer la historia del planeta justito en la dirección que más quería.


El tópico del eremita que gobierna el mundo desde una isla es clásico en la obra lírica nonocontinental de la Edad del Sol Pelado. Dichas obras adoptan frecuentemente un estilo responsorial, donde el papel más importante es representado por el solista, que armoniza la participación de diversos coros, inicialmente confrontados.

El canto prosigue con el ermitalamio por las bodas de Pochola y Lucho, asunto que excede a los límites de esta cursada.




[1] Habichuela también es conocida como 'la castaña pelada'.

Tomado de la edición original en lengua alebrijeza por F.E.Cachavsky & R.Stragagmesani [FecRs1867].

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