Taut

Nada me aniquiló de tal manera
como enterarnos una primavera
de cierta enfermedad que no se espera.
De la inminencia de tu calavera.

Aflicción que la vida saca afuera,
lastima cuerpos y ánimas ulcera,
que te volvió del mundo forastera
y de una cama fue tu carcelera.

Se me grabó una risa tuya, austera,
sin pensar que quizás ya más no hubiera,
que desde el fin quizá era la primera.

Y por qué habrá de ser que me vulnera,
cuando de esta verdad nadie se entera,
el darme cuenta de que un día muera.

Hundir el pasado

Pienso en la fuente clara
de la que en un gorjeo cristalino
saliera el agua otrora (y ya no mana);

en el templo de escoria
que artificial edificó la gloria
grecolatina
y más temprano o tarde vino en ruinas;

en la firmeza terca de tu suela
que hendió una muesca,
clavose en el estiércol semiblando
y en que denso ascendió en el sitio humeando
aquel aroma de la mierda fresca.

Andá a saber por qué quedó grabada
esa impresión particular en mí,
por qué ese olor particular que olí,

por qué la desazón de esa pisada
fue a rayar indeleble y transitoria
la materia fugaz de mi memoria.