Hoz

El espía invisible

Tiritaba en patriótica mañana,
al ver de escarcha sólida cubrido
el malvón, y se oía a cierta anciana
de ojos negros y rostro consumido.

Telúrica belleza y occitana
con dedos, se notaba, tres, de frente;
naranja al medio de mitad carente,
la vieja en camisón en la ventana.

La alba luz que asomaba al occidente
para contradecir la tradición;
el mate humeando y, dicho está, el malvón,
en el balcón que daba al contrafrente.

La helada esconde blanca tu latido,
y, entibiándola el astro, se enlozana;
pero ni el sol podrá, para el olvido,
este hielo patear de blancas canas.

Así es que especulaba la señora
de vástagos brillante por lo manca
que ante el reflejo de su cresta blanca
es el día de hoy que agarra y llora.

Cabbage

Caracola de mí: sentí, querida,
tu molusca blandura con el tarso.

De bruscamente, de la prisa preso,
cada pestaña limpiaparabrisas,
ha lleno de vacío tu desmadre.

Tremulando de angustia hasta mis piernas,
me consterna este miedo de saberlas:
mustias, mierdas, inútiles, ni eternas.
Me taladra y recuerda: no me quedo.

Te confieso, no miento, un equinoccio
que en mi hemisferio en marzo se produce
es quien conduce a tal regurgitarte
contra el cemento duro de los patios.

Cabalgo en el delirio, el de perderte.
Verte, y muerta en tu nido ya baboso,
tu sonido gastrópodo y moroso,
tuprefacto y rompido corazón
marrón y helicoidal. Y para siempre
caracol aplastado,
tu refugio mojado
del alero sombrío
se ha quedado sintigo.

Leyendas mudas

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0 - Metele pata

¡Metele pata!
Acorbatate presto la corbata.
Ahorrá la plata.
Calzate con los garfios la alpargata.

¡Metele pata!
Quemate con café la lengua china.
Fregate los tedién de nicotina.
Como un insulto confesá el dentRífico.

¡Metele pata!
Reducí a veinticuatro meras horas
tu ciclo de gallina ponedora.
Subite el cierre, y agarrate el bulto.

Y si facha 'e batracio, el proto-príncipe,
te insinuare, Hai-de-tí, caninos ecos,
aunque, guacha, ni zueco cristalino
poseyere, ni escroto, ni palacio,

igual dejá que el susodichocuajo
tu tajo cronometre, que te inunde
su líquido las trompas de falopio,
que su fucking sexual acto perpetre,
que animal y jadeando te penetre.

1 - La puto

¡Se tu sabrías que por el presente
¡trozo de viejo cerdA y pajaróñ!
las declaro maridos y maridos
a estos dos!

¡Se tu sabrías! ¡Sorpo y emburjero!
¡Bastaroto, güeñuce, velicampo!

Que te espante el verdad a la alma roto.
¡Que te ilumine de buen vez el luz!

¡Se tu sabrías quÉ la novio esconde
bajo la tul! Clarita nos mostraras
la decoro arrugado y cual riparas
vocé misma la bollo de papel.

Eso sí que es ser raro paratrás.

¡Que Sambalá decore tus espaldas
con tatuajes de anclas!

Viejo, ¡y no por tu edà te digo viejo!,
la guarismo pa tanto no es, ni larga
¡cabe en un signed char!

¡Que Te Se quiebre el naso en fiero achús!
¡Que Te Se abran los chauchas en alverjas!

¡Simá por lo arcaiçante y virulenta!
¡Sí por conservador y jo de puto!
¡Sí por no tolerar a las demá!

¡Que Te Se corte el leche en la saché!

¡Que te espante, elefante, vidalita
lo vidalita, vita de vidalá!

¡Si dos personas, dos personas somos
con pelos en los bolas o en el concha
pero pelos igual, igual, iguá!

¡Me gusta ver tus estruTuras
reducirse a verguísimas pedazos!
Cuando a estas dos Adán y Adán las caso
y, a estas Evas, con Evas los abrazo.

¡Que te espante, elefante, trompa trompa!
¡Que te trompa, te trompa, trompa trom!
¡Que te trompa, te trompa, trompa tra!

Tomalo a la pie del letra
cuando te diga yò:
¿por qué dejarte que el cabeza tuyo
defina de antemano y sin motivo
si te placen los tetas o las tíos?

¡No hay nada que elegir!
¡No hay una meta!
¡No etiqueta que salve tu etiqueta!

2 - Sleepless nights

Duerme, y que nadie te presione el pecho,
duerme entre vírgenes violadas,
duerme en el piso y sin almohadas,
duerme en el desamparo y sin un techo.

Duerme en el infortunio y en la duda,
duerme sin casa y sin laburo,
duerme con llanto y sin ayuda,
con desesperación y sin un duro.

Duerme en la soledad y en la miseria,
duerme en el frío y bajo lluvia,
duerme sin un abrazo, sin un beso,
sin consuelo, sin lástima, sin nada.

Duerme que si te toca algo de suerte
duermas quizás el sueño de la muerte.

3 - Pasado mañana

Nunca te conocí desconocida,
ni mina más sexual vi que a mi amada.
Envolviéndose toda en la frazada
nunca más que dormida despertada.

Te quise conocer desconocida,
te quise reencontrar desencontrada.
Te quise iluminar enceguecida,
te quise la mirada.

Nunca dijiste nada, malnacida.
Nunca te dije nada, nada, nada,
por miedo a destrozar con una helada
la cosecha sembrada en una vida.

Nunca te vi alejándote, a la fecha
yendoté a la deriva silenciosa
te fuiste, y puente no hay sobre esa brecha.

Ayer, de juntos, una sola cosa.
Hoy en la orilla opuesta, luminosa.
Ayer conmigo, hoy sola y siempre hermosa.

4 - Pasó un dragón

Señora si usté supiera
lo que acaeció lotro día
cuando en la ciudá llovía
lerizaríal pellejo.

Usté estaba trabajando
esa costumbre diayer
que ya no se suele ver
más que muy de vez en cuando.

Por eso yo madivino
que no se vino anterar
si usté ya me limagino
taría dele planchar.

Cuando cruzaba la plaza
justito en la diagonal
se apareció un animal
mezcla de loro y culebra.

Por las raya de colore
se parecía una cebra,
un muerto por la costura,
se parecía esa pintura

questán en la catedral
dun santo con armadura
que lleva en mano un puñal
y apuñala una criatura.

Aparte dun servidor
le juro, no lo vio Cristo,
porque como le decía
soy yo solo el que lo ha visto,

si estaba de feo el día,
no paraba de llover,
que ni el que vende paragua
salió a la calle a vender.

El pajarraco chillaba
como si me hablara mí,
yo mise el que no lo oí
pero el pájaro seguía
se ve que no teña dueño
que buscaba compañía.

La tormenta estaba fiera
los refucilos el cielo
no paraban de alumbrar,
parecía que era el bicho
que los hacía tronar.

Sabe, doña, me asusté,
puse pies en polvorosa,
salí corriendo de juerte
no sea cosa que la muerte
mi agarrara justo a mí,
y así fue que me caí.

El pájaro ese naranja,
sería la muerte misma,
si miso romper la crisma
contra el borde de la zanja.

5 - Gonorrhetórica

¿Está bien señalarse la cabeza
con ínfulas de perro archidormido
sobre el granizo, el cerro y el bramido
de una marmórea estatua siempre tiesa?

¿Es menester decir: lo que acaece
se debe simplemente al inconstante
reverdecer perenne del instante
creciente cual amor que siempre crece?

¿Hasta dónde y con quién habrás de asirte
a este pedazo trágico y enano
del universo que estará en tu mano
contigo hasta que solo debas irte?

¿Cómo de estos efímeros relojes
sacarás algo más que agujas vanas
cuando de tu peluca broten canas,
y ya nada obtendrás aunque te enojes?

¿Cómo respirarás cuando el oxígeno
se descomponga en lágrimas ajenas,
cuando tu sangre azul inevitable
no corra más por tus vencidas venas?

¿Cómo al fin llorarás tu antigua casa,
la de los otros, la de los rapaces,
cuando te quedes solo y amenaces
con la extinción total de nuestra raza?

¿Dónde te llevará este té de yuyos?
¿Dónde terminarán tus aventuras?
¿Dónde habrán de caer las herraduras
de tu caballo y los zapatos tuyos?

Ser un impostor

~I~ Borra

Él ignoraba su destino.
¿Quién no lo ignora che?
En una taza de café,
dicen que un adivino
puede leërte presto y muy seguro
la huella digital de tu futuro.

Disculparás mi ingenuidad
mas no me creo la verdad
que el devenir que a mí me va a tocar
pueda saberse consultando
el resto de café que fue quedando
en esa taza que olvidé lavar.

~II~ Balloons

Te toca, globo viejo, reventar.
Te compraron para una sola fiesta.
Una hora apenas de tu vida resta
(ahöra que acababa de empezar).

¿Quién de la gente va a diferenciar
de otros globos a un globo? Sé que cuesta
saber que tu existencia es sólo esta
gota perdida en un salado mar.

Globos se elevan hasta ser puntitos.
Globos que vienen juntos, desinflados,
separados terminan y hechos trizas.

Atados a un piolín, a su finito
destino, con el único consuelo
de, en alguno, causar, quizá, sonrisas.

~V~ Desamores

Abollada todita con el pie
se fue al tacho mi idea de estar juntos;
cada cual ha volvido a sus asuntos,
la vida es otra vez lo que antes fue.
¡Ya no más esperar lo que esperé!
¿Fue estúpido llegar hasta este punto?

~VII~ Cristóbal Colón

Quien surque el charco inmenso, el lato oleaje,
su buque a penas duras protegido;
quien indefenso ante el letal soplido
de ingrato vendaval funesto vaya;

quien de este frágil bote desembarque
cruzando al otro lado del naufragio;
quien solo desde un barco aviste el ave
que vio rara en Cipangu Marco Polo,

no habrá, aun así, signado otra proeza.
La de mirar cadáveres abiertos
y señalar dónde quedó el humano.

Salvaje el mar, me apresa, y está muerto.
Cerrándome las puertas del cogote
me late el corazón entre las manos.

Sentir el corazón que acá me empuja
y salir galopando en una escoba
como la suelen ensillar las brujas.

Ankou

La mujer que paría un bebé por día

Cuando esculpió el cincel tu fiel retrato
bajo el sol presocrático de Lerna;
cuando Amón se extravió en tus magras piernas
y sometió a tu piel su virreinato;

cuando sembró tu vientre de almas tiernas
seducido por tu ánima de gato
y, franqueado el hierático arrebato,
se sumergió en la placidez eterna,

fue por tu mano su existencia herida:
de ardiente fuego en llama consumida,
por arte de la daga, transformada.

De doble oficio, madre y homicida,
tu labor de parir le dio la vida,
tu labor de matar lo dio a la nada.

Marcando la zeta de Riemann

Te suceda quizá en lo sucesivo,
como les sucedió a tus sucedáneos
(y le sucederá al que te suceda,
y a cada sucesor) este suceso.

Se escapa, impermanente e instantánea
(¿foto de un beso, de una mariposa?)
esta corriente que tus manos baña.
Por la rendija nos elude y va,
va, va, como detritus por la cloaca;
como, valga cantar, por caño caca
o por testigo de Jehová Jehová.

Tamiz de arena (un hilo) entre tus dedos,
sol que transmuta en líquido la escarcha,
contabilizan cuánto engulló Cronos
de cuanto sola vez te dio una puta;
copiosa, paradójica, diarrea,
la que siempre tenés porque se marcha.

        Hoy vuela una paloma y otra muere,
        pisoteás una araña y otra nace,
        quien hoy ni en broma odiás ya no te quiere,
        lo que ayer afianzaste se deshace.

No es, el repique, el cambio, sobornable
(no para el aguacero, sin mañana,
y, a cada gota, una segunda mata);
puede hacerte sufrir, como si en Minos
despojado de ovillos, el afán
de alcanzar una luz inalcanzable,
carcomiera (o comiese) el cerebelo
de un feto ignoto y fétido de rata.

Mejor o peor aún, digamos, puede
que te acribille de repente un rayo:
a salvo still de tajos la tua frente
un cadáver toparte en la vereda,
como se lo topó sin prolegómenos
(cargando porsilasmo ristras de ajos)
en el mezzo de un día masomenos
Fulanito de Tal de los Palotes.

Doble Natalia, andálo a averiguar
(y las baldosas eran de vainillas
más ultrarresistentes que amarillas
por si hace falta, dúdolo, aclarar)
se encontró con un corpse en la vereda
que lastimó, qué lástima, su mente:
¡carne de un hombre, pero que doliente
se quejaba en voz alta, se quejaba!

Tembló ante el solo pensamiento entonces
Fulanito de Tal.

Ay, dolor que las ánimas aqueja
llevando a comprimir uñas y dientes
contra las manos, las encías, tiernas
y haciéndoles latir el corazón.

El cuerpo tiritando como un hielo
se puso blanco, doblegó las piernas.
El mundo vino pálido a sus iris.
Los tímpanos callaron como piedras.

Una cosquilla le circundó el pene.
Tuvo algo de sexual ese momento.

Dime, ¿qué tramas ¿qué es lo que tú piensas?
yéndote a Camagüey y en primavera?
¿a implementar la ley azucarera?
¿a propinarle lambetazos rítmicos
sinvergüenza, a la cuca de una dama?
¿a practicar el son, mi mozalbete?
¿a hundir ¿otro naufragio? un barco más
con birrete inexperto, ropa a rayas?
¿a armar revoluciones con fusiles?
¿por qué esta vez mejor no te nos quedas
en el mundo real ¡el que aquí ves!
en vez de edificar como un imberbe
castillos en nitrógeno parados?
Tus sueños, Camagüey y en primavera,
planes chinos, utópicas quimeras.

Oh, my! Oh, my! Mordió con fuerza tosca
la tuerca el cascanueces. La quebró.
No se oyó ni el zumbido de una burra.

Que acá hay un muerto, pero un muerto vivo,
un haz de luz en la prisión cautivo,
alma vital que, en modo subjuntivo,
girando como gira un tiovivo,
se retorciera entonces, insondable
y esquiva. Enlamparado como un efrit.
Corriente eléctrica en aislado cable.

Y allí estaba, vivito y arrastrando.

Carne de un hombre, carne que gemía
despojos de un idioma. Le invadía
las venas el temor de hacerle frente
a este tipo ¿era un tipo? el que mugía
con mugido de vaca en ultimátum
con los nervios de punta de, qué nervios,
morirse de un disparo en la cabeza.

(Memento mori, ladran Sancho Panza).
El hombre tuvo que salir corriendo;
yo hubiera hecho lo mismo y vos también.

Noche, tranquilidad, de mate y cuero,
cuero de cubilete y de corcel.
Luna pacífica y al hombre fiel.
Estrellas reventando en el terrero.

La paz que hay por afuera es aparente
porque igualmente el corazón galopa.

Un fresco que se cuela por las botas
y por el pantalón. Se configura
de post-apocalíptica estatura,
ladrando con beligerantes notas,
un perrazo con ojos como faros.
Perrazo despeinado que ruidoso
lame la sopa tibia de la zanja.

La paz que hay en la calle solitaria
es necesaria pero insuficiente.

El perrazo "apeinado" mejor dicho:
el juicio de valor del adjetivo
postula un mundo muerto, un mundo humano,
dualista, limitado. En cambio el bicho,
que por los adoquines va trotando,
habita otro innegable y objetivo
planeta de etiquetas despojado.

La paz que el perro muerde con los dientes
se quiebra en mil pedazos como un vidrio.

Y en cuanto a Fulanito,
hasta el punto fecal muerto de espanto,
sus pedos resonaban en la noche
como un trombón cansado en desconsuelo.
Fue a dar en aquel único remanso,
un último bastión de humanidad.

Fulanito de Tal pidió cerveza;
se acumuló la espuma en una jarra.
Aquella noche se acabó la farra.
Aquella noche vino la tristeza.

El hombre de las manos de caballo,
que estaba sentadito en un rincón
con uñas tironeó de todo pelo,
furioso, apuñeteó la mesa. Bruta
y explosiva, manó una furia sucia
que desequilibró el lugar completo.

Dos minas lo miraban.

Cuentan que el hombre no se quedó quieto:
quiso rezar una obsesiva misa,
sopló -Lo mato yo a este hijo de puta.
Pidió la cuenta y no pagó las pizzas.
Salió corriendo y apagó la luz.
Tiró todos los platos de la mesa.
Su callo duro santiguó una cruz.

Un sismo sacudió el salón. Y el hombre,
el hombre de las patas de caballo,
con furia apuñaló otra vez la tabla,
la recién encerada, regalándole
a Fulano de Tal su última bala.

Debés saber que se limpió la boca
con el dorso del puño ensangrentado.

Amasijo de sangre coagulada
por el cordón de la vereda repta.
Hinca los codos en el material,
sangrientos. Esperpento a la vez pálido
y violáceo marrón de magullones,
desbordante de llagas purulentas.

La piel cerosa pinta un esqueleto
famélico, trasluce las costillas.
Vestido con harapos ya marrones
de tierra, ya de mierda, pegoteados
de ampollas, que se huelen a distancia.
Como advirtiendo: aléjate.