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xlviii


Hoy brindo por la lírica del ano
que relegaron las generaciones,
de pendejos pegados en jabones
y pedos en la soledad del baño.

De los soretes cuando te salpican
y tantas mierdas más que censuramos,
de enjabonarse el orto con las manos
porque si no te lo lavás te pica.

Le canto a la estética de la caca:
al charco que circunda el mingitorio,
el agua turbia de los inodoros,

al imbécil que mire estas cagadas
y no se acuerde de que fue un boludo
al que tenían que limpiarle el culo.


xlvii


Hoy recorrer una ruta distinta,
abandonar el vuelo cotidiano,
la luz del sol por la copa de un árbol,
el silencio de una panadería.

Calandria de verano malgastado
encerrada en una jaula-oficina,
las rejas erigidas de rutina
noche y día por un salario magro.

No hay verdadera forma de ser libre:
el derecho a la vida nos exige
la obligación de la supervivencia.

Vale aceptar esta contradicción,
idolatrar profetas de cartón
y perseguir la luz de las estrellas.


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