35-36

xxxvi


Sos flor de cardo arrancada de cuajo:
hermano, un rayo perforó tu azul
sangre, el trémulo velo del mamut
te partió el esternón como un caballo.

Sos un silencio que impactó el disparo,
luna flameante y roja de Estambul,
un pentagrama que contempla el músico,
la desgarrada página de un diario.

Voy descalzo por las santas colinas,
me es añorado el sabor de tus mates
y nos invade en cambio el de extrañarte

como el cuello cobrizo de una hidra:
no bien decapitar una memoria
tantos recuerdos en torrente afloran.


xxxv


Llamaba que te extraño, cómo andamos,
lumbres de öro en el ocaso, viejo,
¡si han pasado los años, los luceros,
tantas tardes de fresco que pateamos!

Tu voz en el teléfono es tu mano
que cruza las arenas de los tiempos,
me remonta a cuando éramos pendejos
y el pecho inmenso se abre en un abrazo.

Me acompañastes tanto, no me olvido:
te quiero, fuistes mi mejor amigo,
y el día cuando nos faltó mamá

te soy sincero me largué a llorar.
Tarado, te agradezco todavía
que mirés a los ojos a la vida.


No hay comentarios: