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xlii


Wo-Dzu de pálidas apariciones,
espíritu que la blancura invoca:
ciega a todas las víctimas que toca
y deviene acreedor de sus visiones.

Midas de nieblas y de confusiones,
presencia fantasmal entre las rocas,
locura que la percepción sofoca
privándola de representaciones.

Dos Wo-Dzi se tocaron mutuamente
lo que acarreó la, huelga el comentario,
permuta de sus respectivas mentes.

Y si uno de ellos toca a tipos varios
tendrá un multiplexor u otro accesorio
para alternar los varios escritorios.


xli


Un helicóptero barriendo el cielo
pasa como un fantasma entre los cirros:
te busca. Y te buscás también vos mismo
por el infierno terrenal del pueblo,

pero eso no lo sabe el patrullero:
sabe el plano cruzado, como el hilo
de Ariadna, de avenida y laberinto
que entreteje en el plano tu esqueleto.

Te admiré un día, y ahora sos mi némesis.
Detrás de un enrejado elefterófago
quizá el lunes medites tu autoexégesis,

pero el secreto yacerá en tu estómago:
tu cara externa seguirá mostrando
la piel blindada de un anquilosaurio.


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