A Tafrio y Fledo


Dos amigos tiene Roque
que guarda, lo sabe el mundo,
por abajo del ombligo

cabe su pene badajo;
ya profundo en la buzarda
los quisiera, o en el pecho,

pues de él se acuerdan, atentos,
en los momentos de mierda:
-le piden comida y techo-.

Uno es un tipo sencillo
que se parece a mi madre
porque de sombra, lampiño,

de todo bozo carece;
y -es triste- desde los trece,
aparte, un corpiño viste.

Sencillo tipo es el uno
y al lado, es hijo y Edipo
como un niño, el otro. Es eso:

un amasijo en dos patas
de ceño malhumorado,
despojado de pescuezo.

Cejijunto, una corbata
varicosa cubre el grueso
nido en que el pequeño late,

donde sus ubres reposan
goteantes. Él, derretido,
está hecho todo de queso.

Tipo es el uno sencillo,
vanidoso, cuyos cables
-su pelo bruno y de alambre-

de mancebo, con cepillo
lustra. Y es anhelo suyo
de Febo opacar el brillo.

Nadie al otro, amorfo, iguala
monstruoso en nombre ni aspecto
ni en aliento aterrador,

viento infecto cuyo hedor
exhala este hombre maltrecho
de podrido roque-for.

Los colmillos socarrones
marrones de cigarrillo
el esqueleto culminan

guaso del primero. Un feto
pincela el segundo, acaso
de muzzarella o fontina.

Así, cual fresco y membrillo,
como culo y calzoncillo,
como príncipe y mendigo,

siempre juntos meten miedo
don Estafrio y Morchinfledo:
Roque tiene dos amigos.

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