Por separado, eran las partes de ella,
los ojos, la nariz de la pendeja,
la piel, la boca, el pelo, las dos cejas,
todas incomparablemente bellas.
Pero en conjunto, cada hermosa estrella
no conformaba una constelación:
la mina no era, lejos, un bombón
y era un bagallo más que una doncella.
Así como cien trazos, aunque hermosos,
aislados no conforman obra de arte,
cada rasgo era aislado primoroso
y su combinación, un mundo aparte,
un espanto que afirma, tan monstruoso,
que el todo no es la suma de sus partes.
Notas: Ya tenía el tema antes de empezar.
Se complica respetar el abba abba
porque no pienso las palabras de antemano. Trato de
elegir cosas que intuitivamente suenen más o menos
comunes, pero no siempre son fáciles de usar después.
Por otra parte, hay detalles espantosos obvios que
mientras escribía trataba de solucionar, pero se acabó
el tiempo antes de conseguirlo... (palabras mal repetidas,
ripio).
Ah, y el verso final ya lo usé una que otra vez, pero
me pareció que daba para usarlo. (No sé de dónde viene
esa prohibición tácita de que uno no puede usar un
verso que ya usó antes).
Lo demás quedaría igual de feo, aunque le dedicara varios
siglos.
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