A través del monitor

Alice topóse con un topo excéntrico
(no era lugar común, tan sólo tálpido)
de nombre al griego evocativo, Escrúpulos,
que ocupado excavaba un *hundo túnel.

Detrás del horizonte notó un puente;
conjeturó, quizás, que era el camino:
-¿Cómo se llega a la città dolente?
y el hielo en hielo roto así devino.

-¿Qué cosa? No te escucho de acá abajo.
Se dice que peor es la sordera
de quien oír aquello que comenta
el interlocutor siquiera intenta.

-¿Cómo se llega a la città dolente?
Y evidenciando que le fuera odiosa
la interruptiva encuesta de la moza
refunfuñó soricomorfamente.

Abandonando el pico que cargara,
lo dejó, e hizo a un lado así la pala,
y emergiendo embarrado de su fosa
alzó la testa y profirió: -¿Qué cosa?

Alicia ya perdiendo la paciencia,
repitió la pregunta, así exclamando:
-¡Que cómo llego a la città dolente!
y amainando: No sëas mala gente.

Se hunde el topo en licor meditabundo,
guarda en la punta de la lengua el mundo:
a veces las palabras que alguien dice
tan remoto pasado reminiscen.

Como aquél que nostálgico se duele
ante el aroma trágico que huele
y en vano trata de coser el nombre
con el rostro del dueño, que es un hombre,

así, tras tales consideraciones
y gestos pensativos, -Muy cansada.
A la ciudad doliente, -dijo- infausta,
llegarías, seguramente, exhausta;

y así diciendo, y sin decir más nada,
el topo autista, de seguro ciego,
se hundió presto de nuevo en la penumbra
y siguió trabajando en su agujero.

Qué bicho malcriädo e insolente,
pensó Alicia y encima sollozó
con el dolor de aquél que sabe, nunca
volverá a la ciudad de que partió.

De mala onda, el otro que cavaba,
-¿Rajás, piba, que quiero laburar?
Y ella vociferó con todo el aire
que en sus pulmonecitos resguardaba:

-¡Pero es que yo no sé cómo llegar!
Entonces ascendió otra vez Escrúpulos
y, pitando despacio un cigarrillo:
-Niña, quizá te pueda interesar

que te cante este topo una canción
basada en una historia que es real.
-¿Y realmente ocurrió? preguntó Alicia
tratando de prestarle su atención.

-¡Pero no! Sí que ëres zanahoria.
Lo real es la historia, -dijo el topo-
si no fuera real ¿cómo podría
tener esta canción en la memoria?

Y así desentonó, desafinado:
«"Elvis" era un artista de la muerte,
así apodado por su porte heráldico:
sobre cuartel de plata figurado,

una napia de sable, siniestrada
de ojo de azur cimado por la ceja,
adiestrada por otro de sinople,
en punta, boca en gules desdentada

y, al timbre, el jopo chuzo y engrifado.
Ya cuando estaba en el jardín de infantes,
poblado el boletín de smileys tristes,
nadie negaba que era un atorrante.

Le anticipó el horóscopo la tumba:
Ocupaciones y negocios: chorro,
Burgessmente violento y asesino,
dos versos que sellaron su destino.

Experto en hurtos, punga, carterista,
ladrón a mano armada, violador,
mafioso, fugitivo, estafador,
no se salvó ni de una negra lista.

Narco y espía, reo y homicida,
vándalo juvenil, secuestrador,
chanta, torturador y terrorista,
cana, juez, presidente y senador.

De pequeñuelo concibió una jerga,
que ni Ventris y Chadwick descifraran,
ni el mismo Champollion, y todo para
en clave predicar sobre su verga.

Su freudiana obsesión lo volvió acaso
el único en el mundo que tentado
por eso del spam y Enlarge your penis
aspiró al adjetivo "vilenado".

El sólido rigor de la mazmorra
deja filtrar un haz de floaters y ácaros.
Qué condujo al afán filotricida
que hoy le depara férreas cachiporras

al Elvis criminal es un incógnito.
Quiera Zeus sepultar el vero nombre
-desde siempre un tabú sella su boca-
con que a este monstruo bautizara un hombre.»

Dicho lo cual, el topo sumergióse
frente a la confundida faz de Alicia,
que trató de llamarlo y no hubo caso.
De la nada surgió un conejo blanco.

Y ella se resignó y siguió sus pasos.

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