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xxx


Lipotea quimérica, tu cara
flota en el agua desde siempre. Hermosa
es la figura impúdica y sinuosa
que revelás. Tu cántico azucara

los juicios. Y las crónicas aclaran
que al sol de tu mirada poderosa
tornan vivientes las inertes cosas:
tus cejas tal incógnita enmascaran.

Las Lipoteas nacen siempre muertas,
la madre que las reparió las mira,
la recién fallecida se despierta

y la criatura así por fin respira.
¿Por qué no vas un rato y navegás?
¡A ver también si vos te despertás!


xxix


Lluvia en la ciudad inmensa de Tokio,
muchacho mudo de semblante serio,
paraguas como una flor de cerezo,
aguacero sobre un charco redondo.

Duele tanto pero hay que separarnos:
enumerar las horas con los dedos,
volver al vidrio de empañado otoño,
soñar peces y amanecer temprano.

Gotas heladas de rocío y brisa
que la noche amparó y que soltó el alba
sobrevuelan tal páginas escritas

desplegadas en un cortejo de alas.
Innumerable manuscrito en blanco,
cae el día y las hojas en el árbol.


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