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xxxii


Quién sabe cómo fue que los bandidos
se asociaron. En el cuentakilómetros
se iba abriendo la ruta era el mar Rojo.
Iba dejando el moncho sustraído

atrás las estaciones de servicio
pero en esta que ves acá frenó.
Tres portazos parieron sendos monos
y el circuito cerrado fue testigo

de cómo me arrastraron de los pelos
y nos ataron todos a una silla.
Nadie telefoneó a la policía

mientras se hacían treinta y dos mil pesos.
El moncho disparó dando explosiones
y el humo se perdió en el horizonte.


xxxi


En un mundo azotado por ventiscas
en que la humanidad fue devastada
por la mano sombría de una plaga,
por la extinción que asió nuestras rodillas,

los soles se suceden todavía.
Trae el ocaso atmósferas rosadas,
y se levanta el polvo de la pampa
al trote rítmico de una tropilla.

En un planeta desolado y verde
hay civilizaciones florecientes
de aves silvestres evolucionadas

que edifican ciudades con los picos,
reinventan el concepto de algoritmo,
rinden culto a deidades emplumadas.


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