33-34

Los perros ladran,
aviso de que llega
este silencio.



xxxiv


Hay monstruos amputados e insensibles,
y otro más insensible en tus mentiras;
pesadillas horribles que se inspiran
en realidades mucho más horribles;

ojos que si te miran son temibles
y más temibles cuando no te miran;
y hay mentiras terribles, y mentiras
que enmascaran verdades más terribles.

La tiza pasajera del presente
se difumina en un pizarrón verde,
tránsito momentáneo de un pesebre

que ya nació pero que nunca vuelve.
Un ladrido remoto de lebreles
sigue advirtiendo que el silencio viene.


xxxiii


Los Meglautes son seres luminosos,
que laten que te laten, corazones
flotantes, y levitan como drones,
fuegos de fulgor fatuo y portentoso.

Su buen humor infectocontagioso
fulge en innúmeras permutaciones:
no menos encandilan las pasiones
que el sol con que nos ciega su alborozo.

Los Meglautes son un misterio enorme:
¿qué prodigio su esencia filiforme
de ámbar y hechicería capacita?

Se formulan teorías de Jesús,
y otras que dicen que ellos son la luz
que existe adentro de las lamparitas.


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