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vi


Un dios descalzo es tu cosmogonía
y un mortecino resplandor de entierros,
fragua del más incandescente fierro,
arcángel de tus noches y tus días.

Mago de las cabales simetrías,
terror del alba, artífice del cerro,
tronar cascabeleante del cencerro,
luz incorpórea, insigne geometría.

Se ensaya postular supremos númenes
que erigieron el caldo primigenio,
y soñamos ser fruto de su ensueño.

Torrentes, setos, rápidos, cardúmenes:
la vida reverbera en la mirada.
¿Por qué algo existe y no la mera nada?


v


Mudo interrogante del despertar,
hojas otoñales en la ventana;
áureo laberinto que la mañana
duda silenciosa si transitar.

Tibio amargor seco en el paladar,
clara luz del sol en la hora temprana
que el profundo hueco de tu alma humana
nunca serán capaces de iluminar.

Levantarme es un duelo permanente:
la ilusión que abrigué se está muriendo,
donde hubo estrellas hay oscuridad.

No hay forma de aferrarse a lo presente,
lo que tenés de a poco se está yendo,
de a poco va a venir la soledad.


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