Supura la República. Y el tumor es de castas:
se postulan febriles, inzanjables, abismos.
Cicatrices abiertas del criollo contra el indio,
sangre que oscura o clara corre en venas hermanas.
Tal falaz brecha impregna con desprecio las almas
recelosas y opaca con odio el raciocinio.
Los profetas profesan la guerra hacia uno mismo,
o, equivalentemente, la guerra entre las razas.
Mi tierra coloreada en tantas tintas:
si acá abolió la esclavitud la historia
¿por qué somos esclavos todavía
de estas enemistades ilusorias?
¡Acaso un día habremos de cebar
el tan ansiado mate de la paz!
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