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iv


No puedo decir tanto en un soneto,
y sin embargo quiero decir tanto
más que estos signos sólidos que canto
y que en rígida métrica los meto:

de lenguajes arcanos y alfabetos,
flotas fantasma, el mítico Aqueronte,
seres maravillosos y bifrontes,
la mandrágora, el atlas, amuletos.

Pero algo me conduce a la revista
de mi propia pasión por lo fantástico,
a tacharme de vano y escapista.

Y al fin acepto todos los aspectos
de este mundo complejo y estocástico,
ya convertido en un enorme insecto.


iii


El héroe del estreno era caucásico
e impuso su justicia con pistola:
viajó a través del tiempo en la rockola,
lo transportó al período triásico.

Hablando en yanqui en vez de en griego clásico
cercenó en Persia la invasión mongola
y, anacrónicamente, coca-cola
les obsequió el tejano elefantiásico.

No he de narrar en coplas tan someras
cómo el sol fue a ponerse en el oriente
y al verano siguió la primavera,

sólo que regresó donde su gente,
sin árabes, sudacas, ni maricas,
y al final se besaba con la chica.

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