Manifiesto de poner

Soñé pesadilla blanca.
Soñé pesadilla azul.
El cuco rema la balsa
llena de pus.

Soñé pesadilla negra.
Soñé pesadilla gris.
El cuco rema la balsa
llena de pis.

Una pesadilla roja, y otra pesadilla más.
El cuco se va remando
mirándomé para atrás.
Dejándomé una promesa
llena de paz.

Girá, cuco; y si giran tus tristezas
capaz las alejás de tu existencia.
¡Poray!

Girá, cuco: si vas a demorarte
quizás no quede nadie para amarte,
o el precio prohibitivo del aceite
te haga probar el gusto de la muerte.

A vos que abrís las veinticuatro horejas
tu pet shop en el medio de la ruta
donde de a ratos viene a mear la yuta,
y a bañar sus caniches las señoras,
y a comprar profilácticos tu vieja
por si las moscas el Ramón la veja;

a vos, forzudo actor polichinela,
que encendés una vela por amor;
vos, ajusticiador de biblioteca,
que, dicen, devorabas jamón crudo
con apetito indigno del escudo
con que representás a las muñecas,

vengo a depositarte tras las rejas.

Ya no verás el sol ni irás al baño
más que en tu propia mierda.

¿Ves ya ingresar dos cucos en pareja
en el televisor monocromático,
sus caras de maniático,
y agarrás por si acaso la escopeta?

Vuelvo a escuchar la voz de mis abuelos.
Es el cuco que vuelve.
Estoy de duelo.

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