En orden de desaparición


1.

Etáuda que tecribo palsimepti
reponde a lo fisólofi mornédin.

Lu primero viñero misaneli:
Permánide y Heclítori.
Hesiodi con lumiéli de lu diósin.

Éte plaser que goso entrelajéntin
é miterioso é párquin
cual si la resensión de iluminártin
no fuesen anticipo suficiéntin.

Como si verti entre la almuadi y muértin
no me decabesara la cabésin.

2.

Adiabático,
adiabático y crítico,
paleolítico y lógico y mágico,
monolítico y lúdico y trágico y psíquico,

energúmeno y antípoda y lunático,
autómata fatídico automático,
micénico y milico y archipiélago,
volcánico, mucílago y murciélago,

antipático, pétrido y pútrido,
enigmático, ingrávido y gélido,
y anatómico y cálido y épico,

esquemático, esdrújulo, inútil, inválido.

3.

Es plural e inaudita tu demencia;
que demencia, demencia sólo hay una
y es la que otorga el brillo de la luna,
la que pretende vacunar la ciencia,
al incapaz de suplicar clemencia.

Firma y aclaración de dependencia,
te firmo en tinta y pluma tu demencia,
para que sepas que te doy la vida.
Que ni hay cielo ni tierra prometida
cuando comés del árbol de la ciencia.

Firmo tu condición de contagiosa
para firmar que no sos otra cosa;
que tu razón y sin razón alguna
estampará otra firma inoportuna
la lápida que selle al fin tu fosa.

4.

Hoy la lluvia cayó,
cayó derecha,
cayó de punta como punta e flecha,
cayó como se callan las doncellas,
como las calles y los callos callan
y calla el faraón en su sepulcro.

Cayó animosa, gélida, copiosa;
se estampó en tu cabello y en las tejas,
en los cuerpos desnudos de los pobres.
Rubricó cada acera.
Regó kilómetros cuadrados
de rutinarios, inimaginables
y monótonos campos.

Hoy la lluvia cayó como una fiesta
que despertó los limpiaparabrisas,
desempolvó paraguas y pilotos,
mojó motociclistas en las motos,
surcó las grietas de los techos rotos.

Hoy la lluvia tiñó las calles todas
y me dejó en el ánimo esta coda.

5.

Tal vez cuando regreses la sopa esté en tu mesa,
el vino ya servido, los perros te hagan fiestas;
tal vez sepa la higuera lucir su flor enhiesta
y el sol entre guitarras te entibie la cabeza.

Tal vez cuando regreses tu lecho ya sea leña:
las sábanas jirones, tu cucha las estrellas.
Tal vez vuele la arena borrándote las huellas
y oficie al fin callarse de oscuro santo y seña.

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