La gramática del sandwich

Don Chase

Ejercicio de verso libre.
No me sale muy bien.

La tarde se estaba yendo,
la noche de a poco vino.
Como se va la marea,
la tarde se había ido.

No sé cómo supo el viejo
cuando esa tarde me dijo
andá a abrir la puerta, dale,
que te anda buscando un tipo.

Y el hombre que está viniendo
bajando del colectivo
mira en la esquina unas bolsas
y al lado un perro dormido.

Y se lo queda mirando,
porque siempre hace lo mismo,
controlando hasta que el tórax
le confirme que está vivo.

El cielo está prepotente
con su sarcasmo y gruñidos,
pero el tórax no se mueve
y el perro no está dormido.

La tarde se estaba yendo
como el lector aburrido
de versos tan manoseados
como un billete de cinco.

La muerte, de las funciones
que a todo organismo vivo
definen, es el final
irreversible y temido.

La muerte no es un misterio
ni es el amor un suspiro,
y un satélite es la luna.
Wikipedia me lo dijo.

La tarde se estaba yendo
como un pañuelo de lino
cuando una mano, tirando,
lo va convirtiendo en hilo.

Para entonces ya era oscuro
no se escuchaban los grillos,
ni en los árboles del barrio
daban los pájaros trinos.

El hombre que, después supe,
era en persona Cupido,
me fue en el medio del pecho
a sepultar el cuchillo.

La mina como una loba
se levantaba el vestido.
Las tetas que me mostraba
colgando como dos higos.

Las máculas de leopardo
del tapado llamativo,
mi vista petrificada,
mis ojos en ella fijos.

Me acuerdo que me miraba
con una facha de vidrio.
Me acuerdo que lo demás
se lo masticó el olvido.

La tarde se estaba yendo,
la noche de a poco vino.

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