La epístola desnuda

Hace diez años que me fui. Eso es _demasiado_ tiempo sin verte. Quedaría lindo decir "hoy son exactamente diez años" o algo así, pero honestamente no me acuerdo la fecha exacta, jaja. Creo que fue más o menos cuando empezaba el otoño, quizás vos te acordás.

Me acuerdo de que los primeros días trataba de grabarme en la mente algunas cosas, las que todavía no te había contado. Antes de que yo me fuera nos contábamos todo, supongo que sentía una especie de vacío y quería llenarlo, como cuando en los tiempos de guerra la gente empieza a suplir las muertes teniendo hijos.

Supongo que en esa época todavía tenía la esperanza de volver. Ahora me resulta demasiado lejano. Es obvio, si pasaron diez años (aunque, como confirmarás al leer esto, no he madurado). Igual me acuerdo de los hechos principales, y de algunos momentos particulares, pero lo siento más como cuando uno encuentra un texto que ni se acordaba de haber escrito. (También me hace acordar a una vez que mi mamá, limpiando, encontró una especie de "pócima mágica" que yo había hecho jugando cuando tenía ocho años).

Bueno, decía que en al principio trataba de grabarme las cosas en la mente. Pero en seguida se me empezaron a acumular, eran demasiados recuerdos, superaron la masa crítica y pensé que la mejor forma de conservarlos era escribirlos. Mi idea era mandarte el diario por correo. Si mal no recuerdo vos siempre decías que te encantaba recibir cartas.

Bien, entonces me propuse escribir el diario y así lo fui haciendo. Ahora te estarás preguntando por qué nunca te lo mandé, y la respuesta es que soy un desastre :D Pasa que es muy difícil que ese tipo de hábitos dure mucho tiempo, al menos en mí. Para esas cosas nunca fui muy disciplinado, jeje. (Alguna vez también dije "de hoy en adelante, voy a salir a correr todos los días de mi vida", y creo que no duré ni tres).

Al principio era re religioso, me sentaba a escribir todos los días e incluso llegué a concebir que el diario tuviera "secciones". Pero siempre pasa que un día surge alguna obligación que impide seguir con el ritmo normal de la tarea (o al menos sirve de excusa). Y cuando la práctica se interrumpe por un día, la cosa empieza a desvirtuarse. Después hubo un tiempo en el que escribía el "diario" día por medio, hasta que se transformó en "semanario" :P y al cabo de unos meses lo abandoné.

Ahora pasó demasiado tiempo, y todas esas cosas que alguna vez planée decirte se me olvidaron, se perdieron, o están obsoletas. O sea, ¿a quién le importan los asuntos cotidianos de hace diez años...?

Me parece que ya no tiene sentido que te mande las cosas que escribí (imagino que deben seguir ahí, como siempre, en el tercer cajón), pero al menos me gustaría decirte que te las escribí. Había un montón de cosas para hablar, un montón de preguntas que me habría gustado que me respondieras, y otro montón de cosas que habría querido contarte. El tiempo me hace pensar que ni siquiera habría tenido sentido compartirlas en aquél momento. Sé que es cualquiera, pero es lo que siento.

Quizás entonces ninguna forma de comunicación tiene sentido. Quizás hay que guardarse todas las cosas, y esperar a que el paso del tiempo las vuelva insignificantes. Quizás incluso esta carta no tiene sentido.

Mejor no te la mando.

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