Pete cerebral


Había una paloma
arriba de la mesa,
pensé que se volaba
pero no se voló.
La invité a mi pieza
y en mi pieza se quedó.

Sueño con un pasillo largo como una vida,
sueño con una herida que abre en tajos el sueño,
sueño con el silencio de los trenes y el tiempo,
con blancura de esmaltes e higiene y cirugía.

Otro día a la noche
la casa se incendió
y mi abuela gritaba
que se nos quema el coche.
Vinieron los bomberos
pero el auto se quemó.

Sueño con una bronca que seca la garganta,
sueño con erecciones y con vaginas húmedas,
sueño con corazones corriendo tras la angustia,
con los muertos que vuelven y los vivos que faltan.

Hay una sombra en el patio
mirando por la ventana
la miro, ¿será una rana?
Potencia de quinientos megavatios.
¿O será quizás un preso
que se escapó de la cárcel
y viene a cercenarme mi pescuezo?

Se me hacían las nueve de la tarde,
llamada por teléfono, ¡qué tal!
se nos subió el calor hasta la cara
cuando envalentonada,
¿aceptarías, nena, si te invito
a aquella calesita sideral del amor?

¡Tal vez la espada cercenara, esbelta,
tu bramante cabeza de león
para los ocho magos de Helestión,
celta del Nilo y zombie bonachón,
pero nunca podrá cortar el hilo,
esta electricidad que nos recorre!

Abrían muertos entre nuestros vivos
tortugas con caparazón de olivo.


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