Hoz

El espía invisible

Tiritaba en patriótica mañana,
al ver de escarcha sólida cubrido
el malvón, y se oía a cierta anciana
de ojos negros y rostro consumido.

Telúrica belleza y occitana
con dedos, se notaba, tres, de frente;
naranja al medio de mitad carente,
la vieja en camisón en la ventana.

La alba luz que asomaba al occidente
para contradecir la tradición;
el mate humeando y, dicho está, el malvón,
en el balcón que daba al contrafrente.

La helada esconde blanca tu latido,
y, entibiándola el astro, se enlozana;
pero ni el sol podrá, para el olvido,
este hielo patear de blancas canas.

Así es que especulaba la señora
de vástagos brillante por lo manca
que ante el reflejo de su cresta blanca
es el día de hoy que agarra y llora.

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