A
Cuando era chico me ocurría, de vez en cuando, lo siguiente: por algún motivo empezaba a prestarle atención a mi respiración. Inspiración, expiración. Me daba cuenta entonces de que, cuando hacía que el proceso fuera consciente, para inspirar y expirar tenía que ejercer mi voluntad. Me desesperaba: temía no poder volver nunca al estado en el que respirar es un proceso automático nohup breathe 2>/dev/null &. Pensaba: si yo no hago el esfuerzo, la inspiración no se va a hacer sola.
Haciendo un ejercicio de meditación me ocurrió una vez algo parecido con el flujo de las ideas. Prestaba atención a la manera en la que las ideas iban y venían, nacían y morían. Y en un momento me pareció que esa atención se iba a quedar ahí para siempre, que no iba a poder volver al estado normal en el que la mente divaga, yéndose para donde más le gusta a ella sin que uno se dé cuenta siquiera.
B
Uno cree que uno es dueño de su mente, pero en realidad la mente es dueña de uno y hace lo que ella quiere. En mi caso al menos, se comprueba con algunos ejercicios muy simples (que en realidad son variaciones de un mismo ejercicio):
- Contar hasta cien mentalmente, visualizando en cada momento el número. Repetir la operación algunas veces, proponiéndose no perder el foco. En algún momento, uno notará que está pensando en cualquier otra cosa y que ya no sabe por qué número iba. Mente 1 - Humano 0.
- Otro ejercicio: prestar atención al flujo de las ideas para advertir el momento preciso en el que la mente se distrae y uno empieza a pensar en otra cosa. Estando alerta uno logrará evitar la distracción algunas veces. Pero unos minutos después se encontrará con que está recordando algo, o pensando en lo que tiene que hacer al día siguiente. Mente 2 - Humano 0.
- Proponerse hacer conscientemente cada movimiento, acompañar con la mente las órdenes que se envían a cada músculo. Los movimientos muy automáticos como la respiración o el pestañeo pueden quedar exentos, pero no los movimientos de las extremidades. En algún punto la mente nos traicionará y uno notará que se olvidó del ejercicio sin entender en qué momento fue. Mente 3 - Humano 0.
C
¿Puede uno darse cuenta de cuál es el instante preciso en el que se duerme? ¿hay tal cosa como un "instante preciso"? Morir debe ser parecido a dormirse en ese sentido. La vida es un segmento pero los extremos son abiertos.
Cuando uno se duerme y vuelve a despertarse, ¿cómo saber que el mundo es realmente el mismo que antes? Por un lado me sorprende que la vida sea un continuum: desde que nací hasta ahora (Heráclito) en ningún momento hubo un "corte de cámara", el bebé y yo estamos conectados por infinitos Pablos en el medio.
Y por otro lado, la vida está salpicada de baches en los que dormimos y volvemos a despertar y (Chuang Tzu) cómo saber si nuestra verdadera vida es esta (la de la vigilia) y no la otra (la del sueño). O quizá, mejor, si la realidad de uno es lo que uno ve, por qué no decir que el sueño es tan parte de nuestra vida como la vigilia.
D
Hay un meme conocido como The Game, que se trata de un juego. Este juego uno lo está jugando toda la vida, desde el momento mismo en el que se entera de que está jugando. En tu caso, si no lo conocías, acabás de empezar a jugar.
En este juego, una vez que uno empezó, no puede dejar de jugar nunca. En este juego, el objetivo es olvidarse de que uno está jugando. Por ejemplo, ahora, mientras escribía esto, me acabo de acordar de que estoy jugando desde hace tiempo, y por lo tanto acabo de "perder". En unos quince o veinte minutos me voy a haber olvidado, y voy a volver a perder cuando recuerde nuevamente que estaba jugando. El juego tiene algunas reglas más, que no son muy fijas y están pensadas para que sea contagioso, pero no vienen al caso.
Lo que sí viene al caso es la relación que hay entre el juego y los ejercicios de meditación, aunque tienen algo de opuesto. Si se me permite desvirtuar un poco las cosas y hablar de "objetivos" en la meditación, el objetivo de meditar es no olvidarse en ningún momento de que esto es un juego, y de que uno está ahí, vivo, despierto, jugando.
Perder en el juego es "ganar" en mindfulness.
E
Cuando uno se formula preguntas y hace observaciones como las que habitan este post, es fácil y tentador creer que son cosas novedosas, o interesantes, o profundas, cuando en realidad son algunas de las observaciones más antiguas y gastadas del mundo.
De chico me fascinaba el fenómeno del déjà vu, y creía que era algo raro, que no le pasaba a la gente en general, o al menos que no debía estar reconocido generalizadamente. Pensando en por qué esto sería así, se me ocurre como posible explicación el hecho de que en en mi infancia la expresión déjá vu no era muy común en mi entorno. Que no existieran palabras para nombrar la ocasión, y que hubiera que recurrir siempre a perífrasis como "viste cuando sentís que algo ya lo viviste" le debía conferir un aura mágica, como de descubrir algo importante.
Esto es lo mismo que le ocurre a la gente de lenguajes de programación que no tienen alto orden, y sienten que están descubriendo algo importante con los patrones de diseño. (La nota es un poco despectiva pero no tanto).
Propondría que ese sentido de falso descubrimiento se da cuando se observa un patrón, un elemento repetido, que sin embargo no tiene nombre, y que por lo tanto requiere recurrir a perífrasis para ser identificado.
A veces siento que la poesía es eso, el intento de expresar algunas de esas cosas que todos conocemos muy bien pero no tienen nombre. Otro motivo más para el diccionario de cosas que deberían tener nombre.
5 comentarios:
Yo ya lo había pensado.
Lo de dormirse, yo al menos lo detecto unos 30 segundos antes, para ser exactos. Entonces miro al reloj, y se que me duermo en 4,3,2,1... ¡Zzzzz!
a su cerebrito le debe salir humo con tanta reflexión: en un todo de acuerdo, sabe?
genial! me encantó
exactamente a cosas como ésta me refería hoy en el colectivo cuando hablaba sobre la diversidad de tu blog :P
abrazo!
http://exonario.blogspot.com/
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