Administrando las naranjas

Opereta coprima supráblime dictada a puño y letra de la mano armada (navy) del escultoroidal Blatt von Merluza, ápice de la cultura de masas de la Edá Tercia y testipatrimoño de un pequeño paso para un fungus y un gran salto para la humedá1, Dos señoritas pasan caminando constituyó un punto inflectivo que cambiaría de varias veces y para siempre la percepceón del andar femenino, poniendo de pie al hasta entonces sentadigma imperante.

[1]: lo que mata é la humedá.

En el ausente post se aliza maxuciosly la referida evenceón, Dos señoritas pasan caminando. Como discleimer iniceal, se aclara que si bien el selfr considera al programento basado en evenciones como un paupermodelo, expresivo por de menos, para definir procesos (cf. onpress="ding()" onrelease="dong()"), la relevancia del álisis se encuentra en el hecho de que responde a una cuesteón planteada ya por el búho soficinista bebedor de jabón espumante Piripipóstenes en las postrimerías del siglo III, en su tesis doctoral Autorreferencia en la tesis doctoral de Piripipóstenes.

Comencemos entonces por romper, yunque y martillo mediante, el asentamiento de la aurícula, dándole atenceón prestada a los pedúnculos señoritarum. La analogía entre los pasitos small-step y los tictax del constructo relojero está a inflorescencia epidérmica. Decimos, nominigracia, que "el tiempo pasa", como si k-minase2.

[2]: donde k-minar es la generalizaceón para un entero k arbitráreo de los ya conocidos dominar (2-minar), terminar (3-minar) y hexaminar (6-minar).

Recordar una melodía, tener la posibilidad de buscarla en TuYoube, para oírla apenas fracciones de siglo después, no nos sorprendenta aparente. Overol, me imagino, no será tal afirmaceón gusano de resorte para lectores lectricesque de esta bitácoraña, quienes Guglan inclusive cómo rascarse la oreja. Hemos consciencia relativa de, y aun así nos sorapaga, tener este reper-torio musíquico vastísimo a un par dactílico de lejanez. Pero un prerrequisito todavía simpler, la disponibilidad de máquinas grabadoras y reproductrices ruidorum, estuvo ausente, o a lo más indecentely presente, hasta las primeras décadas del siglo XX. (Nowunder de dónde salen Juanito Jaula y Montelindo). Antes de entonces, para que hubiese música, algún cristiano la tenía que tocar3. La juglaría, si verdaderamente la juglase, no sólo papelía functino (sic) notitransmisora, sino también pastofónica durante el Tercioevo4.

[3]: salvo contadas excepciones y civilizaceones irrelevantes tales como las asiriobabilónica, egipcia, celta, griega, romana, china, india, musulmana, judía, las culturas tribales africanas y las culturas precolombinas, seguramente se trataba de un cristiano.

[4]: asaz carilinda es al respecto la simiografía N.N. et.al., op.cit., pp. s/n.

Escuchemos los pasos de las pendejas, y de nuevo a Juanito Jaula. ¿No nos deleita acaso el plic plic de las gotitas de llovizna cuando empiezan a impactar bólidamente la techumbre? ¿No disfrutamos el rugido de fritura de la albúmina al caer, congelatínida, sobre el hirviente óleo? ¿No nos gusta soltar desde una altura de metro, metro y medio, la aguja de tejer para escuchar de qué manera ésta5 rebota y golpetea metálicaly contra el piso? La pregunta es, entonces, ¿por qué no se incorporan esos timbres a la música?

[5]: cuando no hay posibilidad de ambigüedad, "esta" no lleva tilde. Sin embargo, en ciertos casos, la tilde aporta indudable expresividad. Considérese, por ejemplo, qué poco insultante resulta "agarrame esta" frente al efectivísimo "agarrame ésta".

La interrogación es, no ya serrucho de los maderos en do mayor del veranito de San Juan sobre los que el pianistradicionalista reposa, pero sí no carente de sentido ni, tampoco, de direcceón (address). Al postular, en su opereta, que una bolsa es un constructor covariante y un cuidador es un constructor contravariante6, el impedregable visionar de von Merluza se anticipó a los avantguardistas Montem Montelindumque.

[6]: comentario de Mumon: "Una bolsa de perros es una bolsa de animales, pero no al revés. Un cuidador de animales es un cuidador de perros, pero no al revés. ¿Cómo puede una bolsa de lechuzas contener un perro? ¿Cómo puede un cuidador de perros cuidar una lechuza?"

    ¿Hay algo más unido que una pareja de palomas?
    ¿Hay algo más brillante que una luciérnaga?
    ¿Hay algo más irritante que este post?
    ¿Hay algo más estúpido que un lector de blogs?

Reflejo personal del selfr es el siguiente: el cassette, el diskette, son tecnología cuya vida haya sido de quizá treinta años. A ambos magnetiquettes obsoleciólos el ópticompacto. ¿Y cuán significativos son treinta años en el hilado de la histórea? ¿Cuánta diferencia nota Ud. entre los años 1213 y el 1243?7 ¿Y cuánta en cambio entre 1913 y 1943? Para un (2cis) ingorante como el que escribe, la disyunción fuzzymente exclusiva es si (0) verdaderly el ritmo de los cambios es más acelerado, o si (1) la aparente homogeneidad del pasado se debe al desconocimiento de los hechos. Intuyo que la realidad ha de rondar más los 0,9 que los 0,1.

[7]: trivia: la Carta Magna.

Dejando aside musicalis characterísticas, la evenceón Dos señoritas... es remitente en segundo puesto a las canzonettas del altergarten (jardín de gerontes). En primer lugar, porque el andar de las mujerzuelas8 sugiere que von Merluza conocía ya una demostración, aunque basada en la intuición, del teorema de la farolera: Tropezó la farolera y se cayó en la calle, contraejemplo del apócrifo y vigesimonono problema de Hilbert, la famosa Hipótesis del Refalón: Un tropezón no es caída. El teorema de la farolera deprimió severamente a los nominalistas, partidarios de la Hipótesis, porque en un mundo dotado de faroleras y calles es imposible evitar la existencia de un camino en el que la farolera tropiece.

[8]: hay quienes han inferido la Ishtaridad de las caminantes a partir del comienzo de una sección de Dos señoritas...: "Sea m una mujer cualquiera". Otros, en cambio, aseguran que la expresión "una mujer cualquiera" es sencillamente la introducción de un cuantificador universal.

De manera similar, por orden del rey de Mancatracia, von Merluza propone en Dos señoritas... un algoritmo para conseguir anteojos gratis:

Sea una óptica O que prometa:
   anteojos - mejoramos cualquier presupuesto.

(La existencia está garantizada porque vi una).

Solicitar a alguna óptica cualquiera
un presupuesto inicial p0.

En el i-ésimo paso,
y mientras pi sea positivo {
  solicitar a O que mejore el presupuesto pi,
  llamándolo p(i + 1)
}

La terminación está garantizada porque la precisión de la moneda no supera el centavo. Von Merluza propone asimismo un parche de seguridad, indicando a las ópticas que updateen sus carteles con el siguiente texto:

   anteojos - no empeoramos cualquier presupuesto.

Predispuestos ya a la admisión de la carencia de parangón de la opereta, destacaráse el siguiente cacho. Dos señoritas pasan caminando. En esos casos la costumbre de objetizar al sexopuesto, el instinto de mating, las adaptaciones un poco desubicadas que la selección natural apareja, llevan al observador a la mensura de las tetas de las pasantes9. El observador figurado por von Merluza, no obstante, las mira a los ojos, con jactancia de no caer en la antedicha objetización. En el caso de estas dos señoritas, a diferéncea de otras veces, el observador no mira a cada una de ellas en su calidad individual de fémina. Al contrario, observa la suma mereológica de ambas, la entidad "pareja", el andar bamboleando los brazos, la manera en que se comunican a través de ruidos que en la infáncea cada ser civilizado aprende a casar con ideas a tal punto de resultarle imposible su divórceo10.

[9]: de acuerdo con estadísticas pubicadas (sic3), el 67% observa primero la teta izquierda, lo cual se explica en el predominio de la población alfabetizada con sistemas de escritura left-to-right.

[10]: salvo en ese estado de conciencia que muchos tratamos de alcanzar, cosechando infrutas, en el cual la repetición de "palabra, palabra, palabra" la descabala, la desimboliza, permitiendo al practicante percibir la verdadera voz, animal, despojada de asociaciones.

A juzgar por las retromiradas de las minas, la observaceón debe hacerles pensar que las mira a ellas, mientras que en realidad lo observado es el conjunto "ellas". Y si a primera vista se ven humanas, no en un arranque de condescendencia sino de lucidez, él las ve más como animales, como un pariente lejano del australopithecus afarensis o el homo neanderthalensis, que sabe comunicarse ruidando vocalmente, pero sigue siendo un animal.

El álisis de Dos señoritas pasan caminando continuará en un futuro post a aparecer próximamente en sus mejores baños.