Ya venció

Mi niña no tiene nombre

Mi niña de mármol quieto
viaja en la eternidad de un colectivo.
Los dedos macramé de lino frágil
que juegan esta vez con un boleto.

La vida, como una hornalla,
se apaga con un giro de muñeca.
Se desvanece así. Como la punta
impermanente de la cinta-escóch.

Leche vencida

Balar gratis, cansina, ovejamente,
términos circunscriptos a los trazos
de ese alfabeto inveterado, escaso,
del que nadie está exento: solamente

frenar el colectivo con el brazo,
hurgar el fondo del bolsillo, un peso,
sacar boleto, y entre algún bostezo,
estrangular el caño por si acaso;

sentarse sabe quién dónde se pueda
y, al fin, la incertidumbre, la certeza,
de que ella suba en la parada esa,
la que siempre se va, la que se queda.

La garganta colmada de esa ausencia,
contradicción gastada si las hay,
cuando dobla en la calle Paraguay,
y el arranque inhumano de imprudencia,

lo que se dice huevos propiamente,
bajar el ancho, no escapar al mazo:
hincar los codos, entreabrirse paso
en el lío hormigueante de la gente,

tocar el timbre, respirar el fresco,
mire atrás al bajar, salir rajando,
libre por fin, las venas palpitando;

libre por fin del hado canallesco,
del fastidioso caos de la gente,
del apremio apurado e impaciente;

libre por fin, pero también cautivo,
condenado a esperarla vanamente
en la parada gris de un colectivo.

Sandbox

Bajo carnes rosadas, piel fulera,
cachetes blandos, boca, sucedáneos,
guardás menudo osario, flor de cráneo,
los dientes hasta acá, la calavera.

Te das a la ficción, frente al espejo,
de que estás viendo tu efectiva jeta;
pero, cajita musical, secreta,
la sangre fluye atrás de tu pellejo.

Tu cuerpo es un envase retornable.
La vida es una magia misteriosa:
pisás la araña y ya se vuelve cosa,
un manojo de patas inmutable.

Memento mori: no olvidés, pelado,
que un solo tropezón te deja helado,
mirando los gusanos desde abajo;

vivir es un hilito, y un achís
te vuelve y sin cigüeña hasta París,
y toda construcción se va al carajo.

Roedores

Le preparamos la trampa
con precisión de relojes.
De fondo ya las cigarras
cantando las buenas noches.

El piso de parquet desnivelado
apenas, quieto, como el mar en calma.

El espiral fuyí, como una dama
de incandescentes labios y pitando.

El eco de una puerta cada tanto,
insinuándose tímida y lejana.

El rumor de la tele que callada
resplandece un color que va mutando.

Le preparamos la trampa
con precisión de relojes.
El comedor esperando
que den otra vez las doce.

Tomándola de las trenzas
con esa rabia que mata
mi abuelo agarra a la rata
con la tenaza de fierro.
La pinza arranca una punta
del pelo inmundo del bicho,
con un quejido de perro
se duele en aullidos, gruñe
mostrando las muelas juntas
que aprieta como dos tuercas.
Y alzándola por el cuello
con el adentro del puño,
le escupe todo el hocico,
le sella en la trompa un sello
de rojo como un insulto.

Ya no se pueden deshacer los pasos,
y al fin el corazón envuelto en cardos.

De este lado o del otro, da lo mismo,
ya no se puede atravesar la puerta.

Una vez que el umbral está cruzado
ya no se puede atravesar la puerta.

Que de este lado está la rata muerta,
que la infancia está muerta al otro lado.

No views is good views

Marionetista que la marioneta
fuerza a aletear como una mariposa,
meta remota, llaga o postemilla,
churunflo (virgulilla) que la eñe
orna sinusoidal: así, el espacio
de una linear transform dictó la clave.

Y él anotó prolijamente
con lápiz en un bloc apolillado.

El bigote alistó contra la veta
quien artífice fuera del Mahor,
y, en su graciosa nave, bicicleta,
por los añejos de la route du vin,
juró en silencio exterminar las villas,
quemar las llaves, masticar despacio.

Fue a principios de siglo,
o a mediados, no sé.

Un signo del sobaco, mal y pronto,
bípeda lambda misericordiosa,
del Helesponto al Hades lo condujo;
no frenó su hemorragia cerebral,
charco rosa macabro. Final brujo,
truco de magia no, sino de horror.

Gato encerrado en su cosmovisión,
cuántico o nazi o populista o facho.

De sesos salpicó -Tómate el buque,
guanaco circunciso.- con el láser.
No se permite conciliar el sueño
con pelos y señales de la guerra,
burós polacos, huesos, pánzers, fosas,
ni variables sin dueño libertar.

¿Pero cómo decírtelo?

Por la cuenca del indio boga, boga,
la combi blanca de papel picado,
la doctrina eficaz, la tos convulsa,
la droga que esclaviza.

La garganta cerrada como un táper
y de tanto llorar.

La nota musical que nadie escucha.

La vejiga revienta.

Y, al fin, abrir la tapa y orinar.

Für E

El primer paso que se hincó derecho,
como un taco metálico en la arena,
parece que fue ayer, y sin embargo
quedó algo lejos. Y fue un trecho largo,
y aunque no lo parezca, aunque dé pena,
las va tragando el mar, y si mirás
son un borrón difuso, son ajenas,
las huellas diluyéndose atrás tuyo.

A la deriva en este remolino
(motos, peatones, rascacielos, cloacas,
tranvías, y murmullos, y sirenas)
de esta ciudad foránea, analfabetos,
leyendo jeroglíficos ignotos,
descifrando el camino en una guía,
planisferio intrincado del subsuelo:
el atlas laberíntico del subte.

Y en este sitio a veces sin estrellas,
surcar, por entre el caos de las cosas,
estas aguas secretas, silenciosas,
sin sextante, y sin rumbo, y sólo ella.

Despedida

Era un suplicio verte de este modo:
fetal y consumida. Cavernosa,
tu voz completa tambaleaba, frágil;
andar de mariposa alcoholizada
yendo a los tumbos en su bicicleta.

-Boludo, qué par de tetas.

Inflaste mocos verdes como globos,
manchaste los calzones de marrón.
Y la loba tragó mi corazón
posándose nomás de rosa en rosa.

-Pibe, decime una cosa.

La casa te bienvino ¿te acordás?
con una bala hincada en el costado,
que hirió la piel abriendo un hueco torpe,
la costilla quebrada y sin soldar.

La sopa de fideos que tomabas
con queso de rallar.

-Pibe, ¿te dejás de hinchar?

Tu piel y hueso recalcó esternebras
en la pelambre pútrida y reseca
como pasto insolado a toda lupa,
como barquito de papel plegado.

Fuiste tiñendo sábanas de rojo,
inundación inhóspita de arcadas,
con tu flujo, tu vómito y tus náuseas.

En el reloj quizás las seis y treinta
exigen al cucú saltar del nido.

-Pibe, ¿qué es ese ruido?

Y las palomas obturando el sol,
hebras opacas que hilan una alfombra.

-Pibe, ¿qué es esa sombra?

Ruge el rugir del mar y el de la zanja,
pasó lo que tenía que pasar.

-Pibe, pará de llorar.

Liason

Tu cara sepulturera
flota en el mar salino inexpresiva
como el pedazo de madera flota.
Vuela con la virtud de una gaviota:
de una gaviota pálida que fuera
del cielo la más lúbrica y remota.
De una gaviota que se diera vuelta
como al atardecer los girasoles.
De una gaviota suelta y embustera
como los sostenidos y bemoles.

The gateless gate

La puerta de tu casa
    no tiene suerte;
la llave de tu puerta
    no tiene llave;
la clave de tu cuenta
    nadie la sabe;
la mariposa muerta
    no tiene muerte.

El rostro de la peste
    no tiene cara;
la boca de tu rostro
    no tiene besos;
la carne de tu carne
    no tiene huesos;
el cielo de celeste
    no tiene nada.

5 comentarios:

Dylan Forrester dijo...

Degustable poesía.

Saludos :)

JRuizMeillon dijo...

Gracias por la poesía, me tomé la libertad de comentar tu post, me gustó mucho la de Sandbox, pero en definitiva todas son muy muy buenas.

David Gálvez Casellas dijo...

Hace un tiempo te volví a dedicar una entrada en uno de mis blogs (5cts.blogspot.com). Empecé a traducir uno de los poemas, pero quedé atascado. Me pasó lo contrario de su título "Liaison".

Te comento y traduzco porque, es obvio, creo que eres un increíble escritor.

David Gálvez Casellas dijo...

Al final, ya no recuerdo cuándo, acabé la traducción obturada al catalán (me permito licencias, ¿y quién no?. Feliz 2013.

Liaison


La teva cara podadora
flota al mar salí inexpressiva
com el tros de fusta sura.
Vola amb virtut, mai no s’atura,
com una gavina pàl·lida que fóra
del cel la més lúbrica i gasiva.
D'una gavina que voltés divina
com al capvespre els gira-sols.
D'una gavina laxa i estafadora
com els sostinguts i els bemolls.

David Gálvez Casellas dijo...

http://5cts.blogspot.com/2013/01/homenatge-al-poeta-anonim.html