Hay ciertas cosas que, cuando me detengo a pensar, generan en mí una sensación muy particular. Para poder referirme a esos momentos, a esa sensación, uso a veces informalmente el término "microsatori". Por si acaso aclaro que la etimología es "satori", que se usa en budismo zen para referirse a un momento de iluminación. Los llamo microsatoris porque no me gustaría ser pretencioso; no sé exactamente cuáles deben ser el origen, la calidad y la magnitud de una sensación para ser considerada satori. También está claro que toda esta verbalización no es para nada zen. No me digan nada. Yo sé perfectamente que esta escena se hizo larga. Pero no me importa. Considero que, al menos, una millonésima de satori son.
Una primera aproximación a los microsatoris es la experiencia de déjà vu. Qué raro, tengo como la sensación de cuando te parece que una cosa ya la viviste, que ya te pasó. Yo no diría que un déjà vu es un microsatori, pero sí que comparte algunos rasgos. Por ejemplo, ambos son estados de la consciencia que duran sólo algunos segundos. En los dos casos, la experiencia nos hace ver la realidad de manera un poco diferente a la habitual. Ambas experiencias se presentan de pronto, sin previo aviso. Una diferencia es que el déjà vu es completamente involuntario; los microsatoris suelen darse involuntariamente, pero también se pueden inducir, poniéndose a pensar. Creo que no hay maneras garantizadas de inducir un microsatori, me resulta bastante complicado, pero es posible, alguna vez lo he conseguido. De cualquier manera, por más que los microsatoris se presenten sin previo aviso, noto que siempre o casi siempre están inducidos por pensamientos. (Dicho de otra manera, pensar en X puede ocasionar un microsatori, pero no necesariamente lo hace).
Una idea bastante parecida al microsatori es la de experiencia A, que alguna vez leí en el blog de Henk Barendregt, el apóstol del cálculo-λ. También creo que está bastante relacionado con el fenómeno que conuje (¿"conocí"?) como extrañamiento, también llamado despersonalización o quizá "singularización". Nunca tuve un extrañamiento, pero conozco a varias personas que siempre se refieren a esto. Las personas que tienen un extrañamiento, que creo que en los casos no patológicos dura algunos segundos, tienen la sensación de que su consciencia se separa del cuerpo, que siguen viviendo su vida pero son ajenos a ella, que la miran desde afuera, como si la vida fuera una película y ellos meramente espectadores. Esto está bastante más cercano a ser un microsatori pero, desgraciada (¿o afortunada?) mente nunca experimenté uno. Por otra parte, los microsatoris que enumero abajo están inducidos por los pensamientos; en cambio, el extrañamiento, me dicen, suele presentarse cuando uno está en una situación no del todo grata, quizá pesadillesca.
Me resulta bastante curioso que el satori tenga que ver con la idea de despojarse del ego. ¿No es esto precisamente un extrañamiento?
En mi caso los microsatoris se presentan espontáneamente cuando estoy reflexionando sobre algún asunto de esos que uno, en el trajín acelerado de la vida cotidiana, no se pone a pensar; en cosas que uno normalmente da por sentadas. A veces una observación muy simple lo puede desencadenar. Otras veces es una secuencia de razonamientos encadenados que tratan de llevar alguna pregunta hasta su extremo lógico, explicando las razones y las razones de las razones.
Cuando el microsatori se presenta, la mente hace un click, y si uno tiene la tendencia natural a teatralizar puede que emita un "ohh", o un "uhh", o un "wow". Algunos microsatoris pueden resultar angustiantes. La sensación puede ser de máximo entendimiento o de máxima confusión, pero en cualquier caso aporta una visión diferente del mundo.
También me parece importante destacar que, si bien los microsatoris son experiencias que surgen a partir del razonamiento, el enunciado es conceptualmente trivial, tautológico. Si yo le cuento a alguien mi experiencia de microsatori y le digo "estaba pensando en X y me di cuenta de que Y", me va a decir algo isomorfo a "pero obvio, eso es una perogrullada". Esto debe indicar que un microsatori no es algo completamente racional. El razonamiento es solamente un camino hacia estas experiencias de otro tipo.
Esto, combinado con el hecho de que inducirlos es bastante complicado, hace que sean difícilmente transferibles.
A veces pienso que está bien hacer una analogía entre este tipo de experiencias y la risa. Un chiste es un mecanismo racional, son palabras. Pero en un determinado momento el chiste puede desencadenar ese estado mental que ya no es racional y es la risa. Sabemos que algunos chistes nos causan gracia y otros no. Además, cuando uno ya conoce un chiste, es más difícil que siga causando gracia las siguientes veces. Lo mismo pasa con los razonamientos microsatóricos. Algunos desencadenan la experiencia y otros no. Las primeras veces causan un "oh", y después es mucho más difícil que esto siga pasando, porque uno se acostumbra a la idea. Igual que los microsatoris, la risa viene sola, y es bastante difícil inducirla, aunque con un poco de trabajo es posible.
En cuanto a la transferencia, creo que es más difícil transferir un microsatori que hacer reír a alguien, pero quizás sea porque todavía nadie inventó los "chistes" adecuados. (Si se me permite, koan : chiste = satori : risa). Cuando uno cuenta un chiste, esta primera parte depende sólo del que lo cuenta, pero también tiene que haber un proceso en la persona que lo recibe. El contador de chistes sólo puede tener la esperanza de que el otro por fin vivencie la experiencia. No es algo que pueda transmitirse con certeza, como el SIDA o la regla de tres simple.
Y esto también me recuerda a un artículo acerca de la "falacia del tutorial de mónadas". Recomiendo el artículo, me parece que da justo en el clavo, pero de cualquier manera resumo la idea: X está tratando de aprender mónadas (un concepto relativamente complicado de programación funcional). Se pelea con la idea varias semanas y por fin lo entiende. Ahora en su cabeza se forma una abstracción, y X dice "¡ahhh, claro, las mónadas son como burritos!". Entonces trata de explicarle a sus amigos las cosas en esos términos. X piensa que si a él le hubieran dicho de entrada que "las mónadas son como burritos", esto le habría aclarado mucho las cosas. Pero esto es falso. Para entender algo uno tiene que chocarse con las ideas concretas, y después construir personalmente una abstracción. Que le den la abstracción "ya masticada" de entrada no simplifica las cosas, quizás incluso las complica. What I term the "monad tutorial fallacy," then, consists in failing to recognize the critical role that struggling through fundamental details plays in the building of intuition.
A continuación pongo varios ejemplos de observaciones que me condujeron a microsatoris.
1. La palabra gato
Quizás este sea el arquetipo del microsatori, y es el caso de repetir una palabra y notar de pronto lo ridículo que es que ese ruido tenga el sentido que uno habitualmente le asigna, y hasta dudar de ello. Recuerdo muy bien una vez que me pasó esto con "gato". También con mi propio nombre.
2. El atlas
Mirar un mapa y darse cuenta de la vastedad de las cosas que se representan en el mapa. La inmensidad del universo. Recomiendo especialmente este famoso video: Powers of ten. En especial me impactó alguna vez el hecho de que en un momento se ve una infinidad de puntitos, y cada uno de los puntitos parece una estrella pero en realidad es una galaxia.
Mirar Google Earth me produce (sólo a veces, cuando viene el microsatori) una sensación de angustia. Mirar el océano y hacerle zoom. Dejar que el mapa se mueva a la deriva y aparecer en África. Hacer zoom arriba y abajo en el Sahara (resp. en la Antártida) y darse cuenta de que hay varios órdenes de magnitud de arena (resp. hielo).
También son dignas de mención las imágenes del espacio exterior. Si alguno quiere tener mucho miedo, le aconsejo las fotos panorámicas (360°) de Marte.
3. Posibilidades de la abstracción
Hay un cuento de Cortázar en Historias de Cronopios y de Famas, "Posibilidades de la abstracción", que tiene bastante que ver con este microsatori. El cuento en sí nunca me produjo experiencia extraña alguna (más allá de que me gusta mucho).
Alguna vez me puse a mirar las narices de la gente, y en algún momento las narices perdieron sentido, tal como la palabra gato. También me pasó con las manos de la gente. Me suele pasar con mi propio rostro cuando me miro en el espejo y de pronto digo "no puede ser que eso sea mi cara, y que esos granos de choclo sean mis premolares".
4. No puede ser que hable castellano
Yo hablo castellano y todas las personas más cercanas a mí también. A veces observo que una persona no demasiado íntima, puede ser alguien "importante", o un profesor, está hablando de algún tema preferiblemente poco argentino, y me sorprende caer en la cuenta de que esa persona también está hablando castellano, con los mismos acento y modismos rioplatenses que yo.
5. ¿Y ahora cómo vuelvo a la normalidad?
Alguna vez ya expliqué que, cuando era chico, algunas veces prestaba atención a mi propia respiración y de pronto me encontraba pensando: ¿y ahora cómo hago para que la respiración vuelva a ser automática? ¿será que de ahora en más voy a tener que encargarme de respirar siempre conscientemente?
Alguna otra vez me pasó lo mismo con el flujo de las ideas. Estaba meditando y podía ver cómo las ideas nacían y morían, y pensé que quizás mis pensamientos nunca más iban a poder fluir sueltos, que desde entonces siempre tendrían que pasar por mi consciencia primero.
6. Aunque usted no lo crea
No creo en la reencarnación, pero más de una vez hice el ejercicio de pensar qué pasaría si la reencarnación realmente existiera.
La pregunta básicamente tiene que ver con la sensación de ser yo, de estar acá. La pregunta es: si muero y encarno en otro cuerpo, ¿voy a seguir sintiendo que soy yo y estoy acá? ¿Si no voy a seguir sintiendo eso, qué quiere decir que soy yo? ¿Y si voy a seguir sintiendo eso, cómo puedo tener ahora la certeza de que cuando reencarne voy a seguir estando ahí y siendo yo? ¿Voy a recordar esta vida? ¿Si la voy a recordar, y existe la reencarnación, por qué no recuerdo mis vidas pasadas? ¿Será que esta es mi primera vida? ¿Y si no la voy a recordar, cómo es que voy a sentir que soy yo y estoy acá?
7. El principio del tiempo
Quizás a los físicos les quede más claro que a mí. Ya dije que no creo en la reencarnación, y tampoco estoy seguro, por no tener conocimiento, de que el universo haya empezado. Pero de cualquier manera he jugado a pensar que el universo realmente empezó en un instante.
Cuando hablan de Dios, y uno se pregunta si Dios es eterno, y qué hacía antes de crear el universo, o bien si Dios "empezó" junto con el universo, el problema no es demasiado grave, porque uno puede decir que Dios no existe y sanseacabó. (Al pasar, inventarse deidades para explicar las cosas suele generar más problemas que soluciones, al menos si uno no está dispuesto a tragarse cualquier fruta).
El problema es que el universo indeed existe, porque, hola, yo estoy acá mirando y eso es para mí una absoluta certeza.
La pregunta surge entonces si uno asume que el universo empezó (y no que es eterno). Yo sé que los físicos tienen respuestas y se las creen, pero mi mente es demasiado limitada. Quizás podría entender matemáticamente algún modelo del universo (aunque lo dudo), pero mi intuición me sigue preguntando: si el universo empezó, ¿qué había antes? ¿No es eso también el universo?
Creo que Santomás decía que no puede concebirse un "antes" de que empiece el universo, porque el tiempo es una cualidad del universo. Creo que los físicos dicen algo parecido.
¿Pero qué quiere decir entonces que "empezó"? ¿"Empezar" no significa que antes no estaba y después sí?
Algunas preguntas parecidas, relacionadas con la idea del movimiento, me molestaban un poco. Hurgando entre mis posts viejos se pueden topar con algunas.
8. Qué buena pregunta, Mario
A veces me sorprende pensar que mientras yo estoy acá mirando el mundo desde mis ojos, todas las demás personas están, todas y cada una, ahí, mirando también el mundo desde sus propios ojos.
Entonces pienso que todos y cada uno de mis compañeros del jardín están en este momento haciendo algo, una cosa concreta. Y después con todas las demás personas que conocí a lo largo de mi vida. Incluso las personas que olvidé. Los amigos de no-sé-quién que conocí no-sé-dónde, y nunca más volví a ver.
9. La hamaca paraguaya
En este caso el título tiene poco que ver con el microsatori en sí. A veces me pongo a pensar en el límite de mi cuerpo, en el borde de mis manos, en la frontera que me separa a mí del resto del universo. Y la conclusión es que esa frontera es artificial. Soy una bola de moléculas. Soy una componente conexa del grafo de los átomos, con ejes de uniones covalentes, puentes de hidrógeno, London bridge is falling down...
¿Por qué digo que las partículas que rodean mi mano no soy yo? ¿Por qué digo que las partículas que están en mi mano soy yo? ¿Por qué considero que lo que está "adentro" soy yo y lo que está "afuera" no, si todo el aire que me rodea es el mismo aire que respiro? Si en definitiva somos todos átomos oscilando, ¿qué me separa a mí del pasto que estoy pisando?
10. El oculocentrismo
¿Dónde dirías que se ubica tu "yo"? ¿En qué parte de tu cuerpo? Yo respondería, sin dudarlo casi, que yo estoy justo atrás de mis ojos, quizás un par de centímetros detrás del entrecejo. No sé si mi respuesta se debe a este paradigma oculocéntrico, al hecho de que la ciencia me sugiere que "yo" estoy en mi cerebro, o a qué.
Para los orientales, para algunos al menos, entiendo que el "yo" está en el hara, que creo que es en el vientre, unos centímetros por abajo del ombligo.
Algunas veces traté de pensar cómo sería si "yo" estuviera en alguna otra parte de mi cuerpo, en un pie por ejemplo. No estoy seguro de (no recuerdo) si alcancé un estado de microsatori, pero creo que tiene potencial para ~.
11. Cómo carajo vemos
Un amigo, estudiante de medicina, me dijo una vez que estaba estudiando el cerebro, para la materia anatomía. Su afirmación fue algo como "no entiendo cómo carajo vemos". Era evidente que había tenido un microsatori, pero yo todavía no entendía bien cuál.
Después de esa conversación me puse a pensar y me alegró que su frase pudiera transferirme la experiencia. Hay varias teorías de la visión, pero hasta donde yo sé, ninguna explica cómo carajo vemos.
La pregunta más en general es la de los qualia.
12. JIM / Memento mori
Memento mori significa algo como "acordate de que te vas a morir". En algún cuento había una calavera que tenía como epígrafe, "Oh, tú, que pasando vas | fija tus ojos en mí | como te ves yo me vi | como me veo te verás". Tendría nueve años cuando leí eso y me generó una de estas raras experiencias.
También, en mi casa tengo una calavera y cada tanto resulta muy extraño darse cuenta de que ese objeto de hueso estuvo adentro de una cabeza y vio cosas que yo nunca vi.
13. El vil metal
El dinero no es más que una convención social. Voy a la heladería, pido un cucurucho de frutilla y chocolate, entrego un pedazo de papel rectangular con un dibujo en colores de la cara de un señor, y a cambio me entregan el helado.
No puedo más que sorprenderme.
14. Writing systems
Mirar una página de un libro y darse cuenta de que las letras son manchitas de tinta, como hormiguitas negras.
15. Ver o no ver
La birome estaba ahí, a algunos centímetros de mis ojos, separada de mí por un vacío. Me pregunté cómo sería el universo en realidad, fuera de la luz que nos entra por los ojos.
El pensamiento tenía un poco que ver con What is it like to be a bat?. Todo lo que percibimos está determinado por las capacidades limitadas e "idiosincráticas" de nuestros órganos sensoriales humanos. ¿Pero cómo es realmente el universo? ¿Tiene sentido preguntarse cómo es realmente, o toda descripción está sujeta a los sentidos?
Yo creo que sí tiene sentido. No creo ser capaz de responder la pregunta, pero creo que sí tiene una respuesta definida.
Lo importante fue que entonces intuí a la birome como un objeto incoloro. Intuí la "verdadera esencia" de la birome. O mejor dicho, intuí que la birome tenía una verdadera esencia, hubiera esta sido cual hubiere sido.
16. The dreamlike nature of life once again
Este último microsatori es un clásico, pero los clásicos no pasan de moda. ¿Cómo saber si la vida de vigilia es la realidad, o si el sueño es la realidad?
Chuang Tzu soñó que era una mariposa...
Apéndice
Comentario oportunamente leído en proggit: I started staring at people unloading from a transit platform and watching how they / we really are just a bunch of bipedal apes; I mean, really perceiving it, almost like an alien (or like a really stoned guy), not just kind of knowing it.
17. Mirar el cielo y darse cuenta de que sigue y sigue, y nunca termina.
10 comentarios:
pero mirá vos
Uah! Digo yo, un macrosatori, ¿no será como un montón de microsatoris amontonados?
Mis microsatoris a veces tienen relacion con una manera de poner los ojos, medio desenfocándolos como cuando uno mira esos libros de estereogramas pero no tanto. Ahí la inducción es muy frecuente.
Sobre el oculocentrismo, me hizo acordar el libro Vivir sin cabeza, pero no me acuerdo el autor.
Y seguiría comentando porque el post me encantó!
Varios de los fenómenos que describís como “microsatoris” parecerían poder subsumirse bajo las características de la pérdida de significación. Yo siempre he tenido una enorme dificultad para la comprensión de algunos autores del siglo XX como Foucault o Heidegger, dificultad que atribuía a mis carencias intelectivas. Sin embargo, después de muchos años de insistir en su lectura descubrí que las trabas de aprendizaje procedían de otra fuente: mientras yo partía desde el presupuesto inconmovible del realismo (como contrario a idealismo; como la idea de que el mundo existe independientemente del sujeto) y trataba de comprender cómo era el ser, cómo era la realidad objetivamente, estos filósofos asimilaban el ser a la significatividad. Esto es, las cosas no serían sino a partir de su relación con otras cosas, adquiriendo su ser como nodos en una red de significaciones que tendría como último término al sujeto para quien son útiles. Ni Heidegger ni Foucault hablan en rigor del ser, de cómo es la realidad más allá del sujeto que la percibe. Ambos, en cambio, hablan de las condiciones de posibilidad que en cada caso (y no universalmente) sostienen y hacen emerger objetos y sujetos
La despersonalización parece ser un ejemplo de la ruptura de estos lazos de significactividad que uno tiene consigo mismo. El yo empírico – el flujo de percepciones que se obtienen por introspección – es visto con extrañamiento por el yo trascendental (el yo pienso que acompaña mis percepciones). Como si de repente y por un segundo pudiéramos advertir que lo que llamamos película es en rigor una sucesión veloz de fotogramas; como si por una fracción de tiempo mínima tuviéramos acceso a la cosa más allá de nuestra relación con ella, a lo que hace que ese agregado de aminoácidos sea concebido como nosotros mismos.
Lo mismo sucede con las palabras. El significado de las distintas voces aparece en conexión con el contexto de enunciación y con los juegos de lenguaje en los que cumple una función. Desde niños descubrimos que la repetición constante de un vocablo con sentido lo convierte en una flatus vocis y podemos vivenciar cómo este sonido es escuchado por un hablante de otra lengua sin conocimiento de la nuestra; esto es, podríamos decir, cómo suena objetivamente.
Igual explicación con el asunto de las narices. Aristóteles decía que un brazo cercenado del cuerpo no era un brazo; era un “no brazo”. El sentido en este caso tiene que ver con la integración del órgano al resto del cuerpo. Si podemos ejercer la capacidad de desvincular cualquier región del cuerpo de sus terrenos vecinos, de captarla fuera de estas conexiones, las partes dejan de serlo, dejan de referirse a un todo del que son partes. Las vemos aisladas y pierden sentido. La constitución de la realidad como un entramado sistemático es un efecto de nuestros filtros perceptivos; de nuestro lenguaje, quizás.
¿Cuándo un objeto es digno de pertenecer a un museo? Pues cuando han desaparecido los nexos que lo sostienen dentro del plexo ordenado de entes que llamamos mundo, cuando el objeto deja de pertenecer al mundo en el que fue creado (ej: el mundo medieval). Los minisatoris reproducen esa experiencia pero no por una modificación en el exterior, sino por un cambio circunstancial en el sujeto. Aldous Huxley cuenta en Las Puertas de la Percepción cómo después de hacer la experiencia de consumir LSD observa la pata de una silla, abstrayéndola de todo el resto de la realidad y provocándole esto una risa incontenible. A mí me pasó cierta vez ver dos autos del mismo modelo y marca pero de distinto color y hacérseme patente la ridiculez de ese mero cambio accidental. Juro que no había ingerido alucinógenos.
(2da. parte)
El punto seis es interesante, pero pareciera responder a otra cosa. Si la reencarnación no fuera un proceso del que un alma (mente, espíritu, yo, etc) pudiera ser consciente, no tendría sentido ninguno. Dolina nos invita a imaginarnos que cada tanto las personas se convierten en la persona que tienen más cerca y viceversa. Este cambio es total y absoluto: se cambia cuerpo, mente y contenidos mentales. Nadie puede advertir el cambio; por lo tanto, no hay cambio.
Respecto al siete, yo creo que allí está contenida la limitación fundamental del aparato cognoscitivo humano. Este tipo de preguntas nos conducen al Trilema de Münchhausen. Según éste, cuando uno intenta justificar una proposición de modo radical cae necesariamente en una de estas tres posibilidades: a) Realiza un corte arbitrario de la cadena de las causas (v. g. Dios); b) Recurre a una regresión perpetua (idea de infinito); o c) Se vale de una petición de principio (“a” es la causa de “b” y “b” es la causa de “a”). Es claro que ninguna de estas alternativas satisfacen a un cerebro no preparado para llegar tan lejos. En mi opinión la filosofía debe su existencia a la incapacidad de solucionar este asunto en particular. No hay otro problema filosófico.
El ítem nueve nos hace orientales. Para Schopenhauer la individuación surge como efecto del paso de los estímulos externos a través del tamiz del tiempo y del espacio. Es tan solo una ilusión. Todos somos manifestaciones de una misma Voluntad, fuerza (o más bien fundamento de la fuerza, porque la fuerza es algo del mundo de la representación) que es todo lo que hay. Como si tendieses una sábana sobre una serie de muñecos que representan hombres y animales, la percepción nos hace creer que cada uno de estos bultos es un individuo separado del resto. Sin embargo, todo es sábana. Cuando nos comemos un animal o matamos a una persona, somos la voluntad que se ataca a sí misma.
Desde un punto de vista nietzscheano, sin embargo, somos formaciones de poder temporales; átomos que pueden decirse formando una entidad separada por el hecho de bregar por un tiempo por el objetivo común de su presencia conjunta.
El oculocentrismo, creo, es inevitable por el hecho de que la ausencia de alguna parte del cuerpo que no sea la cabeza nos permite seguir sintiendo que somos nosotros mismos. Otro fuerte motivo es que los ojos son el acceso paradigmático y privilegiado a la realidad. De seguro cuando los orientales señalan su yo en el hara, miran hacia abajo.
Sobre cómo vemos, lo que me resulta increíble es que, si las imágenes aparecen como un dato mental, el mundo yo lo veo ahí afuera. Me pliego al interrogante, ¿cómo carajo?
... Y yo que había vivido tantos microsatoris sindarme cuenta...
Un cordialísimo saludo, gracias por la reflexión.
Los satori (en el formato que vengan) suelen, como todas las cosas hermosas de la vida, pasar desapercibidos ¿verdad? No nos damos cuenta, lo mismo que no nos damos cuenta de como crecen nuestros hijos...
Me encantaron los comentarios. En un post antiguo de mi blog, el último día del 2007, escribí sobre un microsatori: lo llamé epifanía.
me parece brutal esta entrada.ç
muy interesante.
cuando no estamos centrados en que vivimos, somos incapaces de atender a estas situaciones.
yo por circunstancias de la vida estuve un tiempo sin poder ver, a la edad de 8 años.
todo aquello que conocía en la oscuridad con la vista en perfecto estado, nada tuvo de parecido después. sólo al entrar en juego los otros sentidos que pujan (incansablemente) por ponerse a "nuestra disposición" pude desenvolverme más parecido a lo que solía hacer, pero olvidándolo todo era más fácil, pues en ese momento empezar todo de vuelta sin preconceptos era mejor.
Muy interesante este blog. Que bueno encontrar a alguien asi q pueda reflexionar de esta manera. Felicitaciones por el blog
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