Cuando no sabías caminar, pensabas que algún día ibas a poder contar tus pasos.
Cuando nunca habías besado a una chica, pensabas que alguna vez ibas a poder contar tus besos.
Cuando nunca habías tenido novia, pensabas que alguna vez ibas a poder contarlas también.
No sabías que los números son un artificio.
Pero después vinieron esos pasos confusos, que son apenas deslizar el pie, y ya no supiste si eso era un paso o qué era. ¿Habría que contarlo? Vinieron esos pasos gateando, los tropezones y carreras, o ese contacto con el piso tan sutil que no era un contacto.
Y no supiste cómo hacer para contar esos pasos que no eran pasos, esas novias que no eran novias, esos besos que no eran besos.
4 comentarios:
Una perlita.
Joer, no se como decirlo con palabras... El caso es que me he identificado por todos los lados! De puta madre!
sí... entiendo.
Puede ser que de tanto contar y de contar tan poco nos quedemos con las ganas de un buen resultado?
Publicar un comentario