Una vez tuve un hijo, | | | te confesé entre mates. |
Hervor del agua en termo | | | y galletitas. |
Conducías por esta: | | | la meridiana eternidad del campo. |
He mascado los muertos | | | y el corazón apresurado adentro. |
Repito dabo | | | claves regni cælorvm. |
Sé del sabor a tumbas, | | | de escalinatas, mármoles. |
Solemnes | | | plazas y próceres de bronce. |
Ramos de flores secas | | | que flotan en acequias, |
hidrografías, | | | mapas. |
Una vez tuve un hijo | | | y un fotógrafo en sepia |
supo inmortalizarle | | | los cachetes rollizos. |
París, Virgen, al hijo | | | y en un paraje estéril |
no atreverse a cantar, | | | sin cantimplora, |
lo que anuncia el destino. | ||
Sin afeitar, | | | ni líquido, |
tendido en el desierto, | | | quizá delirio. |
Vex
Mil palabras
Fina extendés de porcelana queda
las yemas de tus dígitos longísimos,
gesto de muda y munificentísimo,
e indicás, luna, un almohadón de seda.
Tu labia ausente: todo es una foto
de tinta roja, blanca, del Japón,
pagoda edificada de cartón,
por si las bocas, por si maremotos.
Se tensan delicados los tobillos,
y se enreda en las vueltas de tus trenzas,
tus blandos muslos, tu chillar de almejas,
intenso olor, desorbitados ojos,
y te envuelve en espasmos el abrazo,
pulpo gigante que succiona vulvas.
las yemas de tus dígitos longísimos,
gesto de muda y munificentísimo,
e indicás, luna, un almohadón de seda.
Tu labia ausente: todo es una foto
de tinta roja, blanca, del Japón,
pagoda edificada de cartón,
por si las bocas, por si maremotos.
Se tensan delicados los tobillos,
y se enreda en las vueltas de tus trenzas,
tus blandos muslos, tu chillar de almejas,
intenso olor, desorbitados ojos,
y te envuelve en espasmos el abrazo,
pulpo gigante que succiona vulvas.
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